Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

BAJO el lema Sal de tu tierra, la Iglesia católica celebra hoy en España el día del Domund. La jornada persigue ahondar en nuestro compromiso con los misioneros, recaudar fondos para el sostenimiento de su obra y reconocer la labor de miles de compatriotas -en la actualidad, alrededor de 13.000- que entregan abnegadamente su vida a la causa de los más desfavorecidos.

Fines todos loables que, sin embargo, no son los que, en el presente año, lo han convertido en noticia. Paradójicamente, por encima del sacrificio de tantos, el Domund 2016 está siendo el de la polvareda levantada por la identidad de su pregonera. Les cuento: siguiendo un uso reciente y para anunciar el significado de la fecha, Obras Misionales Pontificias (OMP) tuvo a bien designar en esta ocasión a la periodista y ex diputada de ERC Pilar Rahola. De inmediato se multiplicaron las reacciones indignadas, tanto por el perfil político de Rahola, como por su condición de atea confesa. Tal fue el ruido que la propia OMP se vio obligada a resaltar que se trataba de un nombramiento "pensado y consensuado", coherente, además, con la localización de los actos previstos (Barcelona y Tarragona).

Al fin, el pasado sábado 15, en la basílica de la Sagrada Familia y ante el arzobispo de Barcelona, Rahola pronunció su pregón. De él, entresaco argumentos que a mí me parecen especialmente acertados: así, señala que su dificultad para entender la divinidad no le ha impedido nunca "ver a Dios en cada acto solidario"; igualmente, subraya que "el comportamiento de estos creyentes es un foco de luz en la tiniebla"; a continuación, explica el doble trabajo que llevan a cabo los misioneros (la evangelización y la caridad cristiana), denunciado la estúpida cerrazón de los que rechazan la solidaridad cuando se produce en nombre de Cristo y reivindicando, al tiempo, la evangelización como revolucionaria fuente de civilización; al cabo, lúcidamente concluye: "¡Quiénes somos nosotros, gente acomodada en nuestra feliz ética laica, para poner en cuestión la moral religiosa, que tanto bien ha hecho a la humanidad!".

Me separan varios universos del pensamiento político de Rahola. Pero a la vista -léanlas- de sus palabras, de su sincera y rara equidad, no puedo sino elogiar la decisión de la OMP. En una Iglesia abierta, todos deben tener voz. Y nos sorprendería comprobar cuánto pueden enseñar las que parecen más alejadas, discordes o presuntamente hostiles.

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