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LOS CINEMATÓGRAFOS DEL SIGLO XIX, EN CÁDIZ, POR RAFAEL GARÓFANO

Rafael Garófano

El Wargraph (IV)

Cuando el cinematógrafo estaba aún en la fase preindustrial, con numerosos "inventores" trabajando por mejorar el diseño de sus aparatos y unas pocas empresas pujando por predominar en el mercado, en 1898 se produjo el conflicto y la guerra entre España y los Estados Unidos de Norteamérica.

"La guerra": qué de acción, qué de peligros, qué de emociones,… qué de réditos políticos y cuánto dinero podía ganarse con ella. El periodismo amarillo se lanzó en tromba y, tras él, el incipiente cinematógrafo, aún con grandes limitaciones técnicas pero con la fuerza y la inigualable credibilidad de sus "fotografías animadas".

En Europa y en Estados Unidos, fundamentalmente las productoras de los Lumière y de Edison, filmaron algunos falsos documentales en sus estudios y los americanos también filmaron, a modo de noticiarios, numerosos asuntos relacionados con la contienda. En muchas ciudades norteamericanas, atendiendo a la demanda del "espíritu patriótico", y fomentándolo, se abrieron salas en las que se programaban "fotografías animadas" sobre la guerra de Cuba: los denominados Wargraphs.

En un momento de la historia del cine en que eran continuos los cambios en la tecnología, la firma Edison modificó un aparato para poder proyectar grandes imágenes sobre una pantalla gigante, vinculándose inmediatamente esta tecnología con el tipo de películas que más demandaba el público en aquel momento: la guerra. En abril de 1898, un Wargraph comenzó a ofrecer en Nueva York, sobre la enorme pantalla instalada en el Teatro de Proctor, su programación sobre asuntos de la guerra de Cuba [YouTube: "The spanish-American War-1898-Edison´s famous movies"]. Aunque la escasez de filmaciones específicas sobre la guerra obligase a que en los 32 cuadros que se programaban también se incluyeran vistas panorámicas de ciudades y de otros asuntos.

En Madrid, a comienzos de agosto de 1898, cuando la prensa estaba plagada de malas noticias sobre la reciente derrota militar y la pérdida de Cuba, se anunció en La Época el debut en el Circo Parish del profesor Thomas, "con un aparato llamado Wargraph, máquina ingeniosísima que, sobre una pantalla de ochenta metros cuadrados, con figuras de tamaño natural y un movimiento excepcional jamás visto en Madrid, presenta multitud de cuadros animados sobre las operaciones de guerra". Informándose el día 3 de agosto, tras la presentación, que se habían ofrecido imágenes de combates navales, terrestres y curiosos episodios de la guerra hispano-americana, combinados con escenas de la vida real llenos de gracia y novedad. Paradójica utilización del Wargraph en el país de los derrotados, que lo antes posible pasaron a utilizar el nuevo espectáculo como evasión y para ver, entre otros asuntos, corridas de toros. Cuadros mucho más emocionantes, sin comparación, que llegadas de trenes a las estaciones.

Alejándose cada vez más de los temas bélicos, y siempre como complemento a los números de variedades que se programaban, el Wargraph estuvo funcionando con éxito en el Circo Parish durante dos años.

El día 3 de diciembre de 1898 Diario de Cádiz publicó que llevaba unos días en la ciudad D. Antonio Sanchís, dueño de un aparato Wargraph, último invento de Edison y similar al que estaba triunfando en el Circo Parish, capaz de producir un cuadro de 80 metros cuadrados a una distancia de 30 metros, sin oscilaciones. Que además tenía una colección de 250 cuadros, muchos de ellos de colores. Pero como por aquellas fechas no había en Cádiz ningún teatro disponible, el Sr. Sanchís decidió construir un pabellón en el que poder ofrecer sus proyecciones.

El día 9 de diciembre se presentó en Cádiz el Wargraph, en una sesión a puerta cerrada para autoridades e invitados en la que se proyectaron 20 cuadros. Por la crónica del acto nos enteramos de las condiciones del nuevo pabellón construido íntegramente en la ciudad: "Situado en la calle Tomás Iztúriz, esquina a la de Hospital de Mujeres, tiene amplitud bastante y están cómodamente situadas las sillas sobre un pavimento de madera. Las paredes están tapizadas con telas rojas y el techo con un lienzo negro impermeable a la acción de la lluvia. La galería central, de menor precio, tiene entrada independiente y suficiente espacio. En la puerta central tiene dos hermosas lámparas de arco voltaico y en el interior una colección de lamparillas eléctricas". Sobre las proyecciones se dice que los cuadros de colores eran de un realismo sorprendente, pero que otros ya se conocían por el público al haber sido programados en la ciudad por el cinematógrafo Lumière. Pero lo que no se comenta, para nada, son las dimensiones de la pantalla, lo que nos hace pensar que la posibilidad de la gran pantalla se esfumó en el momento en que el espectáculo no se pudo realizar en el ámbito y con las dimensiones que solo un teatro podría ofrecer.

Sobre el contenido de la programación, aunque es posible que se proyectaran cuadros de contenidos bélicos, desde luego no se anunciaron ni la prensa se ocupó de ellos (la pérdida de Cuba era un asunto demasiado preocupante en Cádiz, por sus negativas consecuencias para la armada y el puerto de la ciudad), destacándose unos Bailes de sevillanas, Geraldine bailando la serpentina, Regata con esquifes, El baile de Blanco y Negro en el Real y El mundo al revés. Siendo los cuadros con colores, en los que "se distingue muy a las claras los trajes de terciopelo y seda", los más aplaudidos. Las proyecciones eran amenizadas "con música y con algunos graciosos chistes que parecen partir de los personajes de los cuadros".

El Wargraph, sin duda, fue el atractivo de la feria del frío de aquel año en Cádiz, pero el éxito total le vino cuando, a partir del día 2 de enero de 1899 empezó a incluir en su programación los 12 cuadros en los que se mostraban todos los momentos de una corrida lidiada por Luís Mazzantini y Rafael Guerra "Guerrita", desde el apartado de los toros en la dehesa hasta el arrastre de los animales muertos en la plaza. Las proyecciones estaban acompañadas por las interpretaciones de una banda de música y las sesiones se repetían siempre llenas de público, llegándose a celebrar hasta veinte diarias entre las 2 de la tarde y las doce de la noche.

El Sr. Sánchis solicitó al Ayuntamiento continuar unos días después de terminada la Velada, concediéndosele en atención a los muchos gastos realizados en la ciudad y a las sesiones benéficas celebradas. Aunque el número de cuadros disponibles no daba para muchas sesiones más y el 11 de enero el Wargraph dejó la ciudad para trasladarse al Teatro Principal de Sanlúcar de Barrameda.

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