Los cinematógrafos del siglo XIX, en Cádiz

Rafael Garófano

El Cinematógrafo Lumière (III)

Los hermanos Lumière trabajaban en el taller fotográfico que su padre tenía en Lyón (Francia), Louis como físico y Auguste como administrador, consiguiendo fabricar unas placas fotográficas de gran calidad que se situaron a la cabeza del mercado europeo y con gran prestigio en todo el mundo.

Hacia 1892 en la factoría Lumière empezó a estudiarse la posibilidad de fotografiar imágenes en movimiento. Ciertamente, antes y durante este tiempo ya otros, incluso con mejores métodos, investigaban sobre esta materia (Muybridge, Marey, Demenÿ, Edison, Le Prince, los hermanos Skladanowski, Paul, etc.), pero cuando el cinematógrafo Lumière hizo su presentación pública en el Grand Café del Boulevard des Capucines de París, el 28 de diciembre de 1895, la sorpresa por la calidad de los resultados fue extraordinaria entre los competidores, los sectores industriales y el público en general. En estas circunstancias, a los hermanos Lumière se les otorgó comúnmente la condición de "inventores" del cinematógrafo.

En un principio, la comercialización del invento se planteó no vendiendo proyectores sino vendiendo concesiones en diferentes partes del mundo. A partir de ese momento los concesionarios podrían tener uno o varios puestos de proyección, a los que la Casa Lumière enviaba un operador con un proyector y unas películas, encargándose este de custodiar el proyector para que nadie copiase su mecánica, de realizar filmaciones para enviarlas a París e incrementar el catálogo de películas y de garantizar que el 60 % de las recaudaciones fuesen reembolsadas a la Sociedad de los Lumière. Un sistema comercial que duró solo 16 meses, desde finales de 1895 con la primera sala abierta en París hasta finales de abril de 1897. A partir de ese momento, la expansiva demanda, la proliferación de proyectores de todo tipo ofreciendo "fotografías animadas" (con distintas patentes y desiguales resultados), la constante necesidad de nuevas películas y la complejidad de un mercado incontrolable forzó a que se pasara al sistema de venta de proyectores y películas para su libre explotación comercial.

Durante esta primera etapa que hemos comentado, con el sistema de concesiones, el Cinematógrafo Lumière llegó a Madrid. Aunque hasta ahora no se conozca el nombre del concesionario, el operador inicialmente enviado desde París, Busseret, comenzó a ofrecer proyecciones públicas del cinematógrafo el 14 de mayo de 1896, en un local de la planta baja del edificio del Hotel de Rusia (carrera de San Jerónimo, nº. 34). No obstante, la precipitación de los acontecimientos hizo que esta no fuera la primera vez que los madrileños viesen las "fotografías animadas", ya que dos días antes un Animatógrafo había empezado a ofrecer sus proyecciones en el Circo Parish. Situación similar, pero aún más acusada, que después se produjo en Sevilla y Cádiz.

En Sevilla se situó mediante concesión, después de Madrid y Barcelona, el tercer polo de expansión en España del Cinematógrafo Lumière, teniendo lugar la primera función, en el local número 68 de la calle Sierpes, el 8 de enero de 1897. Aunque ya antes, desde el 17 de septiembre de 1896, los sevillanos conocían las "fotografías animadas" por las proyecciones ofrecidas (seguramente por un Animatógrafo) en el Café del Suizo de la calle Sierpes y por otros dos proyectores (también muy posiblemente Animatógrafos) que funcionaron durante unos días en el Teatro del Duque.

A Cádiz el Cinematógrafo Lumière llegó, en plenas fiestas y celebraciones estivales, cuando ya la Casa permitía la venta de proyectores para su libre explotación comercial. Las proyecciones se realizaron del 5 al 21 de agosto de 1897 en el local número 19 de la calle Ancha (siguiendo la pauta de no actuar en teatros), compartiendo cartel con demostraciones de un aparato de Rayos X que también traía en su espectáculo D. Juan Luciano Porte Durignan.

La prensa, tanto Diario de Cádiz como La Dinastía, elogiaron la calidad de las proyecciones, afirmando que era el mejor proyector que hasta entonces había funcionado en la ciudad e informando de que "siendo toda instalación eléctrica y los aparatos de proyección movidos igualmente por electricidad, no hay ningún peligro de incendio". Pretendiendo disipar los miedos por un espectáculo ya considerado peligroso, tanto por las lámparas de las linternas como por el inflamable nitrato de las películas.

En el local de la calle Ancha parece que la atractiva novedad de los Rayos X pasó rápidamente y el interés del público se centró en el cinematógrafo, agotando cotidianamente las localidades para presenciar los 8 o 9 cuadros que se ofrecían en cada sesión. Entre ellos, los realizados en París (Llegada de un ferrocarril, El desayuno del bebé, Coches automóviles, El jardinero regando regado, etc.) y los filmados por los operadores de la Casa por todo el mundo (Baños de negros en el Senegal, Dragones atravesando un río en Madagascar, Los rápidos del Niágara, El gran canal de Venecia, El Zar de Rusia y el Emperador de Alemania a caballo, etc.). A los que se sumó con notable éxito Artillería española, cuadro filmado en el Palacio Real de Madrid por el operador de la Casa Lumière Alexandre Promio.

Pero en el hecho de incluir un aparato de Rayos X en el espectáculo y en el tratamiento de la información por la prensa, se nota claramente que ya no existe el carácter de novedad ni el factor sorpresa ante las "fotografías animadas". Ya los gaditanos las habían visto en tres ocasiones anteriores, durante unos días, desde su estreno público en el Teatro Principal el 6 de octubre de 1896.

De nuevo, a principios del mes agosto de 1898, D. Juan L. Porte regresó a Cádiz con su cinematógrafo Lumière, instalando su "salón de proyecciones luminosas" en un local de la calle Ancha contiguo a la joyería Mexía, ampliando el espectáculo con las audiciones de un fonógrafo. El público, "como si los cuadros que se exhibían no fueran conocidos" llenaba diariamente el salón, se organizaron "sesiones científicas" con el proyector y el fonógrafo para alumnos y profesores, se estrenó con enorme éxito una Corrida de Toros de Mazzantini en México y, como despedida, el 21 de octubre se ofrecieron 5 sesiones a beneficio de los soldados que, enfermos y heridos, pronto llegarían a Cádiz de la guerra de Cuba: "Todo Cádiz conocido desfiló ante el aparato Lumière". [YouTube: "The Lumiere Brothers -First Films 1895 1897"]

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