Los cinematógrafos del siglo XIX, en Cádiz

Rafael / GARÓFANO

Las 'fotografías animadas' de los Animatógrafos (I)

En el Teatro Principal de Cádiz (situado en la actual plaza del Palillero) el lunes 5 de octubre de 1896 se celebró, a puerta cerrada con numerosos invitados, la prueba de un "cinematógrafo" que traía la compañía cómico-lírica del Sr. Ortas, después de actuar en el Teatro del Duque de Sevilla. Finalmente llegaban a la ciudad las "fotografías animadas" de las que tanto se había ocupado la prensa y que ya algunas privilegiadas familias gaditanas habían visto en la capital hispalense.

Las proyecciones tuvieron "ligerísimas deficiencias", pero los espectadores aplaudieron entusiasmados los cuadros, especialmente Paseo por el mar, "en color y mucha verdad" y Llegada de un tren a la estación, "de un efecto asombroso, en el que se aprecia hasta en sus menores detalles el bullicio de los viajeros".

Al día siguiente, día del estreno público, como los cuadros del cinematógrafo duraban menos de un minuto, el Teatro Principal programó dos funciones, con una zarzuela y la proyección de ocho cuadros en cada una. Modelo de programación que prosiguió en los días sucesivos y aunque algunas proyecciones "resultaban algo inciertas por la trepidación del aparato", el público llenaba diariamente el Teatro y aplaudía los cuadros, en los que se alternaban los títulos conocidos con otros nuevos.

Cuando la compañía cómico-lírica terminaba su contrato en Cádiz y sus integrantes empezaron a marcharse, durante los días 14, 15 y 16 de octubre se programaron cuatro sesiones diarias solo de cinematógrafo, con diez cuadros diferentes cada una.

Precisamente el último de estos días, el 16 de octubre, comenzó a combinarse en el Cómico (el otro teatro de la ciudad, situado en la esquina de la calle San Miguel con Javier de Burgos), la programación de zarzuelas con las proyecciones de otro "cinematógrafo", cuya contratación había sido anunciada ampulosamente en la prensa días antes: "La empresa del Teatro Cómico ha contratado para funcionar en breve el maravilloso aparato llamado Cinematógrafo, considerado por todos los hombres de ciencia como la última palabra de los inventos, no sucediendo así con los aparatos llamados Cinetógrafos y Vitógrafos que carecen en absoluto de la sin igual perfección del Cinematógrafo, que es el que ha causado el asombro de los públicos de París, Londres, San Petersburgo, Roma, Lisboa y últimamente Madrid, como sabe todo el mundo…". Anuncio que pretendía reivindicar para el proyector contratado el prestigio del nombre "cinematógrafo" (que en aquellos momentos no era un nombre genérico sino la denominación concreta del aparato francés de los hermanos Lumière) frente a otros aparatos que por aquellas fechas salían a la luz patentados en Europa y en América, como el Vitascopio, el Biógrafo, el Kineopticon y sobre todo el Bioscopio, que llegó a utilizarse como denominación genérica. No obstante, este aparato del Cómico no llamó especialmente la atención del público "conocedor ya de la maravillosa aplicación de la fotografía y la electricidad a la apariencia del movimiento de las figuras. Este aparato no tiene ni mejores ni peores condiciones que el que días pasados se exhibió en el Teatro Principal. Si en aquel las figuras aparecían de tamaño desproporcionado a veces por lo grande, defecto que da más realidad al cuadro, en este se presentan demasiado pequeñas, lo que no favorece su lucimiento. Prueba de ello es que solo dos de los diez cuadros presentados fueron aplaudidos". Circunstancia que explica que este aparato solo funcionase en el Teatro Cómico durante tres días.

Sobre estos aparatos de proyección nada se dice en la prensa sobre sus características técnicas, patente o "marca", refiriéndose a ellos simplemente con la prestigiosa denominación "cinematógrafo", por lo que solo nos cabe elaborar, muy brevemente, una hipótesis razonada que parte, en primer lugar, por descartar absolutamente que se tratase, en ambos casos, de genuinos "cinematógrafos", ya que la firma Lumière por aquellas fechas aún no vendía libremente sus aparatos y funcionaba con un restringido sistema de concesiones del que se conoce, en lo fundamental, su implantación en España. Razón por la que en los anuncios de Cádiz se decía que eran "cinematógrafos" pero sin atreverse a decir (porque sería mentira y no querían correr riesgos) "cinematógrafo Lumière", que era como claramente se anunciaban los aparatos de la firma francesa.

El gran competidor de los hermanos Lumière en la naciente industria de las "fotografías animadas", en aquel momento, era el norteamericano Thomas A. Edison, pero su primer aparato de proyección, el Vitascopio (estrenado en Nueva York el 23 de abril de 1896), llegó muy tardíamente al mercado europeo. En un principio, Edison no había apostado por la proyección de las películas, sino que estas circulasen dentro de un aparato, el Kinetoscopio, y se observasen individualmente a través de un visor (después de introducir por una ranura una moneda que ponía en funcionamiento el dispositivo mecánico). Pero las pocas expectativas comerciales que Edison le atribuía al cine mudo hizo que se desentendiera de la patente de sus aparatos fuera de los Estados Unidos, circunstancia que aprovechó en Inglaterra Robert W. Paul para, con la base tecnológica de Edison, diseñar, patentar y comercializar un proyector al que llamó inicialmente Teatrógrafo, pero que posteriormente se comercializó como Animatógrafo. Proyector con el que Paul comenzó a ofrecer sesiones públicas de "fotografías animadas" en el Teatro Alhambra de Londres el 25 de marzo de 1896.

Sin que la comercialización del Vitascopio hubiese empezado a ser efectiva en Europa y con el Cinematógrafo restringido en su expansión por el sistema comercial de las concesiones, en estas fechas tan tempranas de la historia del cine prácticamente no había en España otro proyector de "fotografías animadas" que el Animatógrafo, que se pudiera adquirir y usar libremente (con películas que, con distinta procedencia, ya empezaban a estandarizarse con el formato de 35 mm y perforaciones a ambos lados de la cinta de celuloide) y precisamente con uno de estos Animatógrafos se organizaron las primeras proyecciones públicas de "fotografías animadas" en España, en el Circo Parish de Madrid el 11 de mayo de 1896.

Finalmente, avalando la hipótesis de que los dos primeros proyectores de "fotografía animadas" que funcionaron en Cádiz fueron Animatógrafos, están los comentarios de la prensa que igualaba los aparatos en calidad de proyección, señalando además, en ambos casos, la dificultad que al parecer ambos tenían para ajustar las dimensiones de las imágenes sobre la pantalla. Pudiendo ser una razón más, la presencia en la programación de algunos cuadros filmados en Londres como Maskelyne, célebre prestidigitador del Teatro Alhambra, o El Derby, la carrera de caballos de Londres filmada en 1896 por Robert W. Paul (que ahora, con placer cinéfilo, podemos visionar en YouTube).

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