QUERIDO Puerto, han tenido que venir de fuera para piropearte. Para echarte esas flores que nosotros te negamos. Qué ingratos tus hijos que te renegamos y, sin embargo, a los que no han nacido en tus brazos les cuesta tanto olvidarte.

De fuera han venido a cantarle al Barrio Alto y al Parque Calderón, cuando nosotros los dejamos de lado y abandonamos nuestro centro a su suerte, que debería ser la suerte de todos.

Desde Isla Cristina vienen a rendir homenaje a nuestro Vaporcito. A cantar ese himno en forma de copla desconocido desgraciadamente para las nuevas generaciones.

Vino desde fuera a reivindicar nuestra tierra. A recitar a Alberti y su arboleda. A recordar al marinero en tierra, al que los Majaras llevaron al Falla para escribir un episodio más de la historia del Carnaval.

Y te han cantado, querido Puerto, desde uno de tus lugares sagrados. En tu Plaza Real te han cortejado, sin tapujos ni remilgos, un onubense convencido de que tenemos en nuestras manos un paraíso escondido.

Desde Huelva vino con su guitarra a sonrojarnos. Con sabor agridulce escuchamos la bulería que nos dedicaste, Manuel Carrasco. Con la ternura de quién escucha piropos a una madre y el remordimiento de no haber sido nosotros quienes los digamos.

Ven todos los años Manuel, a recordarnos nuestras raíces y el encanto de una ciudad falta de amor. Ven pronto Manuel a avivar ese patriotismo portuense dormido y aletargado. Ven a despertarnos cada año para abrir los ojos ante el tesoro que guardamos.

Desde fuera han venido a luchar contra derrotismos y complejos, llevando el orgullo de ser andaluz por bandera por todos los escenarios de España.

Porque como tú, miles de personas vuelven al "norte" rememorando una tarde de playa, una copa de fino y un paseo entre los mil palacios de El Puerto. La melancolía del que se va y el hastío del que se queda. Qué acertados unos y qué ciegos los otros.