El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Desde Tribuna

José Joaquín / León /

Aquella noche en Alicante

POR fin Dios se volvió a poner la camiseta amarilla. El Cádiz vuelve a la categoría que la temporada próxima se denominará La Liga 2. Y lo consiguió en Alicante, en el mismo estadio José Rico Pérez que estaba en la historia negra del cadismo desde junio de 2008. Fue como un exorcismo, que se consumó gracias a un gol de Dani Güiza, que aprovechó un resbalón de Alex Muñoz, se plantó solo delante de Chema y no tembló para rematar a la red. Güiza marcaba así un gol histórico, que premia su entrega y su lucha sin reservas por una camiseta que algunos le quisieron negar. Y así le recordaremos como un héroe del Cádiz: el exorcista de los demonios de Alicante. El Cádiz salió vivo de las hogueras de San Juan, porque este equipo ha sido grande, a base de fe y entrega. Con sus limitaciones, pero haciendo lo que debían.

El Cádiz ha tenido la suerte que otras veces le faltó. Pero la suerte se ha sumado a las virtudes que se han visto desde que Álvaro Cervera supo concienciarlos para disputar la fase de ascenso. El Cádiz es el primer cuarto clasificado que asciende y lo hace con cinco victorias y un empate en seis partidos, y con un solo gol en contra.

Sin embargo, el Cádiz no se ha paseado. Al contrario, ha sufrido mucho. En Alicante, pudo marcar el Hércules nada más empezar el partido. Los amarillos perdían el balón con facilidad, defendían con muchos nervios y hasta el portero Alberto Cifuentes se contagió de unos miedos que se palpaban. Por suerte, ese nerviosismo duró menos de 20 minutos. Aunque reapareció en otros momentos.

El gol de Güiza cambió el partido. A partir de ahí empezó a temblar el Hércules. El Cádiz, a pesar de su éxito, hizo algunas cosas mal, como perder el balón con facilidad y regalarlo al rival, pero sobre todo renunciaron a buscar un segundo gol en los minutos de desconcierto alicantino.

Por supuesto, el Cádiz hizo muchas cosas bien. Por eso, ganó. Por eso, su ascenso es justo. Lo mejor que hizo es defender como no se recordaba desde hace varias temporadas. Con todos los jugadores muy atentos, como jabatos, pero en especial con un Aridane colosal, insuperable por arriba y por abajo. Una parte importante de este ascenso se le debe a este canario de porte exótico, que empezó la temporada como paquete y terminó como mariscal del área.

El reloj corría a favor del Cádiz y en contra de un Hércules que lo intentaba de todas las maneras y no podía de ninguna. Tuvieron ocasiones, pero el balón no entraba. El Cádiz pudo conseguir el 0-2, pero Despotovic chutó contra el muñeco, que era el portero Chema. Por entonces la afición alicantina empezaba a irse. Es una pena que Alicante, una de las principales ciudades de España, con un estadio para 30.000 espectadores, tenga un equipo en Segunda B.

Esa pena ya la hemos tenido en Cádiz muchas veces. Casi tres mil cadistas en Alicante, eso lo dice todo. Tantas lágrimas, tanta miseria... Por fin se recuperó el verdadero espíritu del Cádiz. Gracias a un entrenador y a unos jugadores que ya están en las mejores páginas amarillas. Ellos son los héroes, que salieron triunfales de aquella noche en Alicante. Siempre la recordaremos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios