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Un portuense en Madrid

José Antonio Ortega / Romero

Los héroes de la campaña

CON la campaña ya en plena ebullición, los grandes partidos nacionales ponen en marcha toda su maquinaria electoral. Es obvio el peso de la estrategia nacional, con la omnipresencia de los candidatos en TV en horarios de máxima audiencia o la participación en mediáticos y edulcorados debates, como el de esta semana. Sin olvidar las grandes inversiones en mítines y actos de campaña. Ganar minutos en los medios es la obsesión de todos los directores de campaña.

Aun así, ¿qué sería de esta estrategia nacional si no estuviera apoyada por las bases de los partidos a nivel local? Esas personas anónimas que pasan noches ensobrando votos o que emplean su tiempo libre gestionando redes sociales. No hablo de los concejales, sino de voluntarios que, con ánimo de servicio público, hacen posible la concurrencia de partidos de todos los signos. Sin ellos no hay fiesta, ni hay democracia.

Los partidos nacionales deberían tener más en cuenta la importancia de estas personas, que sin aspiración a cargo público en la mayoría de ocasiones, son el primer contacto con la ciudadanía. Pocos portuenses podrán hablar con Rajoy, Sánchez, Iglesias, Rivera o Garzón, pero sí que tenemos la oportunidad de dialogar con los miembros de los partidos locales. No son peperos, comunistas, sociatas o podemitas. Son personas que apoyan de forma decidida una serie de ideales y valores, dispuestos al diálogo y a explicar las propuestas de sus partidos.

Así, este activismo ciudadano implica un alto grado de compromiso civil. Todos nos quejamos de la situación política, pero son pocos los que se implican para que las cosas cambien. Para empezar, sigue existiendo una gran mayoría de españoles que no acuden a las urnas. Además, con la irrupción de nuevos partidos en los ayuntamientos, se está fomentando más que nunca la participación ciudadana, con asambleas y presupuestos participativos como mecanismos de decisión colectiva. La sociedad hastiada de la actual política tiene una excelente oportunidad de contribuir a la construcción conjunta de las ciudades.

Es cierto que la oleada de corrupción política ha perjudicado a la reputación de los partidos. Corrupción que se ha dado principalmente a niveles superiores. Sería por tanto un error generalizar y criminalizar a los miles de ciudadanos de muchos municipios españoles que dedican su tiempo libre a partidos políticos. Porque a estos, ni les llegaron los sobres, ni cobraron en un euro de los ERES.

Por eso, cuando veamos carpas y mesas de partidos locales por nuestras calles, no les hagamos un desprecio. No son vampiros caza votos, sino ciudadanos como nosotros que se implican en la vida pública de una forma lícita. Y simplemente, si no estamos de acuerdo con ellos, expresemos nuestra opinión contraria con nuestro voto democrático.

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