El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

LA principal atracción turística del barrio de la Viña son las caballas con piriñaca. De hecho en el barrio se ha tejido una verdadera industria hostelera en torno a ella y son el plato estrella de las noches veraniegas. Cumple todos los requisitos, fresquita, barata y le gusta a todo el mundo. Ya incluso ha salido la opción para flojos y milindris que consiste en que te la ponen sin espinas y con los lomos limpios… lo próximo será que la piriñaca vaya en zumo para que no haya que masticarla.

Pero ahora nos hemos dado cuenta… un poco tarde ¿no? de que la estrella gastronómica del barrio no tiene papeles y todo el mundo se escandaliza porque en la calle de La Rosa venden pescado "black", en negro y Montoro no se lleva nada por ello… ni las mijitas de cebolla de la piriñaca.

No me parece mal que se controle todo este mundo de las caballas, pero habría que hacerlo de una manera que no se termine con esta pesca artesanal que se realiza en torno a la playa de La Caleta.

Es imposible que un pescador que se dedica a pescar caballas y otras especies pueda invertir lo necesario para tener todos sus papeles en regla, que sus capturas pasen por lonja, que tengan registros sanitarios, embalaje correcto y miles de cosas más.

Pero tampoco se puede estar sin control alguno. Sería necesario crear para este tipo de profesiones un régimen especial en el que tuvieran gastos mínimos de funcionamiento y que este tipo de artesanos pudieran ejercer su labor sin problemas.

Me parece que esa sería mejor solución que meterles multazos y esas cosas. Hay que proteger estas actividades porque, de lo contrario se perderán y no es bueno para una ciudad que aspira a convertirse en estrella del turismo, perder sus rasgos de identidad y no cabe duda de que las caballas del barrio de la Viña lo son.

La Administración debe resolver de una vez por todas el problema que existe con todos estos productos salvajes. Son personas que no pueden pagar más de 300 euros de autónomos y luego todo lo demás. Ahora, no tienen otro camino que la ilegalidad para poder ejercer su actividad porque lo otro es inviable. El camino fácil es el de decomisarles el pescado, pero creo que ese no es la opción correcta. Hay que llevar a cabo soluciones más imaginativas que permitan que se siga manteniendo la tradición de las caballas. No me quiero imaginar que por culpa de las multas al final tengamos que terminar comiendo en los bares de la Viña panga asada. Una vez más urge que hablen entre ellas las distintas administraciones para que solucionen el problema.

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