El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Tribuna libre

Ana Sofía / Pérez / Bustamante

Sofalito del Madrí

UNA de las ventajas de tener una pierna rota es que, una vez que te sientas, permaneces sentada. (Las madres de familia me entienden.) Y así, sentada en mi sofale, he visto un partido de fútbol entero: la final de la Champions League. Doce personas frente al televisor, pero no doce cualquiera: doce apóstoles sin piedad. Mi hermano Tuto aporta cinco almas del Real Madrid: la suya propia, alma infartada que no habla ni deja hablar durante los partidos; la de su mujer, alma tendenciosa especializada en ver tarjetas rojas contra el Atlético; la del primogénito Luisete, que estrena once años de gran erudición futbolística (Jannick Carrasco es belga!). Las de Javi y Alvarito son almas pequeñas que pululan por el suelo, asoman la cabeza, reciben berridos porque tapan el televisor y vuelven al suelo a ver si entre todos rompen las gafas flexibles (que no eternas) de Alvarito. Luego está mi hijo con su troupe. Mi hijo es como su tío, sin tanto shock: alma que se concentra y no admite distracciones; la novia de mi hijo, más que nada, es de mi hijo; Jorge procede de una familia del Real Madrid pero es del Barça porque el mundo le ha hecho así: ahora va con el Atlético y está acostumbrado a ver partidos en tierra hostil sin perder la compostura. Use (Eusebio), hijo de árbitro y árbitro él mismo, va con el equipo arbitral. Mi marido no es futbolero: es español en una final española (nuestro vecino Juan de Cehegín ha desplegado en las ventanas su ajuar de banderas). Yo soy fiel a mi signo de Géminis: por inercia de anfitriona propendo al Real Madrid, pero mi corazón docente está con el Cholo Simeone. Por el whatsapp veo a mi hermano Pablo, que se ha bajado al bar con su "peña" de peluches del Madrid. Por el whatsapp veo a mi hermano Kiko, otras cinco almas pero del Atlético, peludas y salvajes. Mi padre, en la paz de su casa, donde no tolera disrupciones histéricas, es fiel a su filosofía: que gane el mejor. Mi madre jamás apoyaría a unos tipos tatuados. Allá en Berlín, mi hija no sé con quién irá: los artistas suelen ser ONGénicos. De mi tele cuelga una funda de almohada del Real Madrid, porque mi hermano es supersticioso de altar. Dicen que el Rey II es del Atleti. El mundo es tan diverso. Y yo aquí, tan a gustito: sentada.

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