El balcón

Ignacio / Martínez

No salen los números

Adiez días de la investidura de Pedro Sánchez, continúa la incertidumbre sobre la formación de Gobierno. Por la derecha, Rajoy insistió ayer en Bilbao en las virtudes de una gran coalición a la europea. Omitió que nadie en la UE se coaligaría con un partido con tanto dirigente imputado y tantos vídeos o SMS del propio presidente en los que declaraba su cariño o admiración hacia los pillados con las manos en la masa; los Bárcenas, Matas, Rus y compañía. Por mucho que lo lamente Rajoy, el PP no está para novios, sino para una refundación. El interesado no lo ve así, porque se postula como candidato en las elecciones de junio.

Por la izquierda, Podemos se encontró ayer con trece objeciones de los socialistas para su propuesta de un gobierno de progreso. Entre otras cosas, el PSOE rechaza el referéndum de autodeterminación en Cataluña, se opone a una política económica que aumentaría el déficit público en 24.000 millones al año, se alarma ante la obsesión de control político de Pablo Iglesias sobre jueces, fiscales y policías, y no admite vetos a otras fuerzas políticas. Por ese lado hay mucho frío.

El único acercamiento se ha producido entre socialistas y Ciudadanos. Pero no le salen los números: suman 130 escaños, a 46 de la mayoría absoluta. Y encima, Ciudadanos no cerrará un voto favorable a la investidura de Sánchez sin la garantía de que prosperará. Lo contrario dejaría a Albert Rivera a merced de los ataques del PP durante la larga campaña de casi cuatro meses que habría hasta las siguientes elecciones.

El PSOE acude mañana a una reunión a cuatro, que en realidad es un cortejo con Podemos, en presencia de IU y Compromis. Esa mesa sumaría 161 diputados. El martes quien se cubre es Ciudadanos en un encuentro con el PP; juntan 163. Nadie se fía de nadie y a ninguna combinación le sonríe la aritmética. La calculadora de Sánchez en algún momento ha integrado en su acuerdo con Ciudadanos a los seis diputados del PNV, a pesar de que Rivera está contra el concierto vasco y considerar a Euskadi como nación. Con el mismo voluntarismo ha sumado el voto de Coalición Canaria, los dos de IU y los cuatro de Compromis. Aunque Mónica Oltra ha pinchado ese globo con una frase lapidaria: "el Gobierno de Sánchez será de progreso o no será". Ese hipotético grupo sumaría 143, uno más que los 142 de PP e independentistas catalanes y vascos, que votarían en contra. Decidiría Pablo Iglesias con una abstención. Difícil...

Como el entendimiento entre PP y PSOE se antoja imposible, al jefe del PSOE le quedaría convencer a la nación de que está ante el líder que necesita. O sea, hacer lo que Felipe González en la moción de censura contra Suárez en 1980; perder en votos pero ganar en autoridad. El riesgo es hacer lo que Hernández Mancha en 1987. Tampoco podía ganar en votos, pero su deficiente actuación hundió su liderazgo en Alianza Popular. A esa cara y esa cruz se lo jugará Sánchez. Tiene toda la pinta.

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