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En tránsito

eduardo / jordá

Twitter y el odio

ESTA semana Dani Rovira se ha hartado de recibir tuits insultantes tras presentar la última gala de los premios Goya. La verdad es que no entiendo que se critique a Dani Rovira -quien haya visto Ocho apellidos vascos sabrá en qué consiste hacer feliz a la gente-, pero hay que ser muy ingenuo para no entender el funcionamiento diabólico de Twitter. Ahora mismo, Twitter se ha convertido en una pista de lucha libre en el barro. Y si uno se pasa la vida tuiteando, al final acabará enfangándose. Es así de simple, por la sencilla razón de que en la vida hay mucha más gente dispuesta a odiar y a maldecir que a expresar su admiración por alguien.

En Twitter hay gente maravillosa que se dedica a difundir los aforismos de Antonio Porchia o que es capaz de elegir unos versos de Yeats o de Juan Ramón para alumbrar lo que está ocurriendo en el mundo. Samuel Johnson, que murió en 1784, tiene 30.000 seguidores en Twitter, ya que un tuitero anónimo se dedica a difundir sus pensamientos. Y los escolios de Nicolás Gómez Dávila también se difunden en Twitter ("Los nombres de los izquierdistas célebres acaban de adjetivos insultantes en boca de los izquierdistas", dice uno de esos terribles aforismos). Y por supuesto, también hay gente que usa Twitter para recomendar películas y libros, o para hacer unos memes divertidísimos que se ríen de la política y que no le hacen daño a nadie.

Pero ése es el lado luminoso de Twitter, y por tanto el minoritario. Porque luego está el lado oscuro de Twitter, que no es nada más que el reflejo del lado oscuro de la psique humana. Y ahí es donde nos metemos en terreno peligroso. Porque Twitter ampara el anonimato o el exhibicionismo de los incondicionales que se jalean entre sí y se ríen las gracias. Y esas dos circunstancias tienden a sacar lo peor que hay en nosotros. Y no hay que olvidar el aburrimiento, porque hay miles de personas que usan Twitter porque no tienen nada mejor que hacer. Y cuando uno está aburrido, tarde o temprano acaba exhibiendo su mala baba. Y si alguien como Dani Rovira suscita tantos insultos, ¿qué va a pasar con la gente que cae realmente mal por causas políticas o sociales? ¿Pediremos su muerte? ¿Organizaremos su exterminio? Mal asunto, éste del odio y del resentimiento que no paran de crecer, y que ya se están reflejando en la polarización política que vivimos. Mal asunto.

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