Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Tiempos graves

NO me convence que se hable de una "Tercera Guerra Mundial". Yo no veo dos bandos de igual envergadura ni de potencia militar comparable. Yo, chapado a la antigua, prefiero reservar la terrible palabra "guerra" para enfrentamientos más frontales. (Y tal vez también tenga miedo a las profecías que se autorrealizan.) En cualquier caso, si de lo que se trata es de que nos hagamos conscientes de hasta qué extremo estamos en una gravísima encrucijada, lo admito.

Porque, en efecto, aunque la amenaza sea confusa y el enemigo difuso, tenemos que encender todas las alarmas. Sería muy deseable que las sociedades occidentales se acostumbrasen a una inédita tensión: no sólo las fuerzas de orden público y los servicios de inteligencia, sino también los políticos y los intelectuales. Hay que dar respuestas a esta compleja coyuntura, incluso aunque ello nos aleje de nuestro buenismo de occidentales vergonzantes.

Deberíamos revisar nuestra frivolidad. Esto hay que tomárselo en serio y la única manera de hacerlo es tomarse en serio todo, empezando por los principios. Lo que no significa, de ninguna manera, dejar de sonreír. Ya avisó Chesterton que "divertido" no es lo contrario de "serio", sino lo contrario de "aburrido" y de nada más. El buen humor es un arma de combate indispensable contra los fanatismos de cualquier tipo, siempre tan circunspectos y malencarados.

Pero la frivolidad es otra cosa, y se queda fuera de lugar en los tiempos que corren. Me refiero, por ejemplo, a sostener posiciones políticas sólo porque quedan bien u otorgan un porcentaje de votos suficiente para apalancarnos en las instituciones y tocar -pactos mediante- algo de poder. Esos discursos que se hacen porque se sabe que no se va a tener jamás responsabilidad de gobierno o al menos nunca en solitario y que, si acaso, ya se irán cambiando, están de más. Necesitamos discursos exigentes, realistas, claros y consecuentes.

E igual con todas las actitudes sociales. Algunas podrán seguir siendo más ligeras, otras tendrán que ser más graves, pero estando como estamos en una situación que muchos pueden llamar -aunque a mí no me guste- "Tercera Guerra Mundial", hay que dar pasos firmes y de frente. No podemos andar postureando, haciendo cabriolas y eslóganes, socavando la moral social, jugando a la autoinculpación, tonteando con la unidad necesaria o disipando nuestra herencia cultural. Toca dar el do de pecho.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios