L prensa ofrece casi siempre noticias malas porque nada cohesiona tanto como la amenaza. Pensando en positivo, cooperamos para sobrevivir. Pensando en negativo, nuestros mass media segregan el pegamento del miedo. Podemos pensar a la vez en positivo y negativo, y tendremos una visión agónica y siniestra. O buscar una tercera vía que incluya la serenidad y el equilibrio personal. Fue así como inicié mi periplo por las actividades psicofísicas, que empezaron por el yoga y me han llevado al pilates. En esta última disciplina he sido testigo de un episodio empresarial de los que dan moral porque pasan en Cádiz. Resumo: unos licenciados en ciencias de la actividad física y del deporte (antes INEF) entran a trabajar a un gimnasio donde cobran de menos, trabajan de más y se hace caso omiso de sus iniciativas. Cuando vencen sus contratos, los muchachos abren por su cuenta un local afrontando el riesgo de un salto sin red (no son ricos por su casa). La clientela del Gimnasio A se marcha en bloque tras los muchachos al nuevo Gimnasio B, y el negocio se consolida, en los peores tiempos de la crisis, porque vende un bien necesario, ofrece un servicio altamente cualificado y cobra un precio que lo hace rentable. Los socios, Joaquín y Gonzalo, organizan una cena de confraternización, porque la gente no sólo busca cuerpos insepultos sino calor humano. Al final se elevan farolillos de papel en la noche. ¿Qué es lo que quiero decir con esto? Bueno, yo nunca sé si tengo algo que decir, máxime cuando todo lo que importa ha sido dicho: que el fruto de la tierra deber ser para el que la trabaja; que trabajar quiere decir trabajar; que no conviene histerizarse; que nuestra única propiedad es el tiempo en que vivimos. Lo que no excluye la ironía del destino: en la rifa de Salud Sport me ha tocado un mes gratis de crossfit. Dios mío: ahora que la columna vertebral se me está quedando sin cojinetes, podría haber una conspiración para acabar conmigo. (¿Serán los Illuminati, ISIS, Adeslas/SegurCaixa...?)