david Fernández / Director De Diario De Cádiz

El tiempo cambia a cualquiera

LAS urnas confirmaron el domingo que una nueva etapa ha comenzado. Comenzó hace tiempo, en realidad, pero ahora es cuando dirigentes políticos del peso y la experiencia de Teófila Martínez, la alcaldesa de Cádiz y la más votada de España en su día, se han dado cuenta que puede salir muy caro no saber irse a tiempo.

A pesar de los avances técnicos, que no aconsejaban tratar a los votantes como si fuesen idiotas, y a pesar de que la crisis más dura que se ha vivido en las últimas décadas invitaban al cambio, los partidos más clásicos se han comportado igual que hace 40 años. Igual. Han sido incapaces de leer las señales y el momento que les ha tocado vivir y la respuesta ciudadana no se ha hecho esperar en forma de voto de castigo y un vuelco electoral sin precedentes.

El desplome del PP ha sido espectacular, sobre todo en capitales como Cádiz. En lugar de oír los gritos de indignación en las calles y plazas ante las terribles cifras del paro y la falta de confianza en el porvenir, hizo oídos sordos todo este mandato apelando a que daría un giro a la situación económica y a que le favorecería el voto oculto. Los escándalos ligados a la corrupción y la gestión de la crisis desde Madrid tampoco han favorecido los intereses de Teófila Martínez, pero se equivocarán ella y los suyos si no realizan autocrítica. Los electores han puesto de manifiesto que los populares, pese a su amarga victoria, han de abandonar el gobierno de San Juan de Dios por no saber responder al enorme desafío que propuso la crisis. Por si esto fuera poco, las dos décadas al frente del poder absoluto también han pasado factura.

Durante la depresión, han sido otras formaciones -como Podemos, nacidas al calor de los movimientos ciudadanos como el 15-M, la plataforma antidesahucios y la de los afectados por las hipotecas- las que canalizaron el descontento de los gaditanos. PSOE y PP, para más inri, dieron de lado a sus votantes incumpliendo su programa sin vacilar. Y cuando reaccionaron, fueron siempre a remolque. Para no pocos electores, en el fondo, practicaron un doble juego en los momentos más duros atendiendo a todo tipo de intereses por encima de los ciudadanos que peor lo pasan. Esta es la teoría más global que en Cádiz caló con tanta fuerza como en ninguna otra ciudad. Lo más sensato era saber elegir, pero la torpeza de los clásicos, unida a la capacidad de las redes sociales para acelerar esa sensación de desapego entre los ciudadanos y sus gobernantes, han sido determinantes. Cuando la crisis hacía un claro llamamiento a la unidad para salir de la recesión fortalecidos, ellos permanecieron en su burbuja sin aportar soluciones tangibles y sin dejar de practicar el y tú más. Cierto que a la vista de los escándalos, el avance de los partidos emergentes no ha sido todo lo contundente que le habría gustado a sus militantes en el conjunto del territorio nacional y tampoco aquí en Cádiz. Pero los dirigentes que se creían inmortales han sido borrados del mapa electoral, después de lustros de ordeno y mando. La transformación que ha sufrido esta ciudad en los últimos 20 años ha sido espectacular, con el soterramiento del tren, la revitalización del centro histórico, el Bicentenario y el segundo puente, entre otros grandes hitos, fruto de un trabajo muy serio. Pero los ciudadanos, sobre todo los más jóvenes, reivindican un cambio, como la esencia más clásica de la democracia, sin anestesia.

Si el PSOE elige la opción más natural y se alía con otras formaciones de izquierda, Teófila Martínez será historia en cuestión de poco tiempo. Ella lo da por hecho y no lo disimuló la noche electoral al subrayar que nadie podrá borrar su gestión. Claro que los socialistas podrían seguir las tesis que avaló Felipe González hace un año, según la cual PP y PSOE apoyarían la lista más votada en todo el territorio, a mayor gloria de sus intereses.

Hoy no parece probable esta solución, a la vista de las posibles alianzas a lo largo y ancho del país, y sobre todo tras el hundimiento del PP. A los electores de Podemos no les gusta la idea de apoyar al PSOE y viceversa. Pero el poder es el poder y será difícil que unos y otros -en alianza con IU- no caigan en la tentación de conquistar capitales tan emblemáticas como Cádiz. Es más, si rechazan la idea, los gritos de desesperación por no haber apelado a la unidad de la izquierda para destronar a Teófila se oirán en todo el planeta.

Muchos fenómenos en esta ciencia infusa que consiste en adivinar el futuro ya vaticinan que la frustración puede ser de campeonato cuando la gente aterrice en la realidad y el interventor recuerde a los nuevos gobernantes que no hay presupuesto para cumplir sus promesas. El día que toque retratarse a cada cual para asumir su responsabilidad ya llegará. Pero esto será mañana. Hoy, lo que toca es asumir que los dirigentes con su propaganda y su lenguaje anodinos iban por un canal y los electores, por otro. Como anunciaron las encuestas, era imposible que los gaditanos quisieran a Teófila como la primera vez. Ni los gaditanos son los mismos que la votaron hace 20 años, ni ella tampoco. Y como todo el mundo sabe y las urnas han certificado una vez más, el tiempo cambia a cualquiera.

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