José Manuel Barral Martín

La mirada de la Virgen

Ciertamente que la mirada de la imagen de la Virgen del Rocío tiene una fuerza poderosa que emociona y llena de gozo a todo el que la contempla. Para muchos rocieros, como lo es para mí, sin duda que el mayor momento de la romería es el instante en el que sentimos que la Virgen nos ha mirado. Sí, ya sé, como alguno está pensando, que somos nosotros los que la miramos a Ella, pero en ese breve y eterno momento todo merece la pena. Habrá merecido la pena el camino y sus esfuerzos, los preparativos y el calor, el convivir y la fiesta, el esperar y emocionarse ante la imagen y la devoción que mueve todo esto.

Como muchos rocieros, he tenido muchas veces la oportunidad de mirar a la Virgen y dejar que Ella me mire agarrado a esa reja que la protege y ensalza como Reina de las marismas. Muchas veces, en los días de la romería y otros, en los que el quehacer de los días hace que la ermita esté más sola y más tranquila. Hay quien dice que es así como le gusta más mirar a la Virgen y dejar a Ella que nos mire.

Por mi labor pastoral, otras muchas veces he tenido la oportunidad de celebrar la misa en el altar de su ermita cuando siempre se termina cantando la salve ante la imagen de la Virgen. Puedo afirmar que es un momento sublime, que pierdo las palabras por un momento, que me cuesta reponerme de sentirme que estoy allí, tan cerquita y en la posición justa, en la que puedo ver los ojos de la Virgen, en su mirada caída y amorosa sobre el Divino Pastorcito que lleva entre sus brazos. Cuando estoy allí, quisiera quedarme para siempre y sentir que algo así tiene que ser dejarse mirar por Ella y volver al vivir de cada día con la alegría de saber que la Virgen me ha mirado.

Pero aunque esta emoción es tan grande, nada como la mirada de la Virgen el lunes por la mañana, cuando Ella pasea, Blanca Paloma, volando tan bajito que quiere dejar su Rocío en todo el que la invoca. Tengo la suerte cada año de rezar la salve. Me elevan sobre la multitud y el esfuerzo de la gente que tanto la quiere me acerca para que rece una salve, a golpe de la devoción de una Hermandad, que no sabe si en ese momento reza con el corazón o con lágrimas en los ojos. Os puedo decir que en ese momento la mirada de la Virgen es especial y tiene un no sé qué difícil de explicar. Entiendo cuando alguien dice que la Virgen lo ha mirado, aunque todos los rocieros sabemos que Ella siempre mira a quien quiere que nosotros miremos: al fruto bendito de sus entrañas purísimas y que es el verdadero Rocío del cielo. Seguramente, cuando lo miramos a Él, es cuando de verdad la Virgen nos mira.

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