Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Efecto Moleskine

aNA SOFÍA / PÉREZ- / BUSTAMANTE

Agonizante oxímoron

ME gusta la socioficción: esos relatos con los que se cuestionan los métodos y valores en que fundamos nuestra realidad. Pienso en la película Divergente, basada en la saga de Veronica Roth. Allí, los supervivientes de una catástrofe global diseñan una sociedad compuesta de cinco 'facciones' concebidas para erradicar los males que condujeron a la guerra y la destrucción. 'Cordialidad' conjura los peligros de la Agresividad en una especie de agrocomuna de hippies productivos y felices. 'Verdad' es una ciudad de la justicia por donde se deslizan unas larvas ecuménicas que hacen imposible el Engaño. 'Erudición' conjura el riesgo de la Ignorancia en un paraíso tecnológico de refulgentes batas blancas. 'Osadía', que integra a los defensores de la ciudad, es la negación del cobarde: una tribu musculada que podría parecer un canto al reciclaje fascistoide del sociópata. Y finalmente 'Abnegación', donde se conjura el Egoísmo en un escenario similar al de una secta Amish en funciones de ONG estatal. Los adolescentes deben escoger a los 16 años una facción. Si superan las pruebas, se integran en el modelo social. Si no, son Abandonados: no sirven para nada. En el polo opuesto están los Divergentes, los que podrían servir para demasiadas cosas, desestabilizan el sistema de roles y una de dos: o se disfrazan de algo que no terminan de ser, o son eliminados por orden de Erudición. Resulta curioso observar cómo se excluyen de este esquema determinadas actividades. ¿Dónde situar a un artista? ¿Sería un simulacro de Abnegación? ¿Un proyecto inviable de Cordialidad? ¿Un Justiciero fallido? ¿Una manifestación obsoleta de Erudición? ¿Un corolario paradójico de la Osadía? Qué curioso que Platón no quisiera poetas en su República ideal. Pienso en nuestro último premio Cervantes, Juan Goytisolo. En su discurso tan honesto como desligado de la puesta en escena de una apoteosis de la hispanidad; en su chaqueta de cuadros, equidistante entre el desnudo, el chaqué y la chilaba; en su lenguaje corporal, ese rictus de incomodidad profunda. Qué cansada es esta condición nuestra. Una contradicción constante entre los términos. Un viviente (o un agonizante) oxímoron.

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