Columna vertebral

Ana Sofía Pérez / Bustamante

Vida de Hospital

LA vida de hospital es de otra manera. Uno entra como un animal asustado. Si va de paciente redescubre la miserable condición del ser dolorido, dependiente y semidesnudo. Si va de acompañante se reintegra en ascensores, pasillos y sofales a los rebaños de humanidad resignada y afligida. Al principio molesta mucho todo: las visitas de la cama de al lado, que vienen en hordas jacarandosas y no acaban de irse; los que vienen a visitar a las visitas; el señor que se deja el alma en los esputos; la enfermera que ha dado ochenta calas a tu brazo en busca de una vena; la anciana que se ha hecho caca y van tres horas sin que nadie la asee; y de madrugada, en la planta 6ª (Digestivo), ese carrito sonámbulo de botellas temblorosas que entrechocan como si el suelo fuera de badenes, mientras tú, insomne y enroscado en dos sillones, no sabes con qué protegerte del aire acondicionado polar con el que el SAS nos regala a los andaluces un catarro. (El ministro de Industria nos va a regalar dos bombillas de bajo consumo. Veo una luz en la oscuridad. Miento: veo dos luces. Lo mejor es tener ministros simbólicos. Pero no sé cómo resolverán la crisis de la Seguridad Social: sale caro formar a los médicos en la especialidad -entre cuatro y seis años de MIR-, y como luego se les paga mal y apenas salen plazas, muchos se van a Portugal o a Gran Bretaña. A cambio, nosotros recibimos titulados hispanoamericanos para cubrir nuestro déficit de médicos. Al hospital de Algeciras lo llaman "Pasión de gavilanes". El ministro del ramo a lo mejor nos regala un par de orfidales. Stop.). Con la costumbre del ingreso aprendes que de noche la gente mayor se desubica y a veces monta grandes pollos llamando a la policía o preguntando por gente que hace tiempo murió. Paqui, la limpiadora de quirófano, tiene una invalidez total por depresión. Lo que más le duele es que, después de toda una vida, nadie se ha interesado por ella. Aquí todo es lento. Pero esperando cada cosa, incluido ese médico tan guapo, echando un vistazo al Diario (de Cádiz), con la ronda diaria de centralita telefónica, se va pasando el día. Con suerte esta noche podremos hacernos la ilusión de dormir. Buenas noches, amor; hasta el próximo pis. O hasta mañana.

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