QUIERE revalidarse a sí misma, ganar las elecciones andaluzas para quitarse el sambenito de que gobierna gracias al dedo de Griñán. Hace bien, la fuerza de un político se mide entre otras cosas por su coraje, por su capacidad de asumir riesgos.

Susana Díaz parte con ventaja porque se ha hecho un nombre en este año a pesar de que ha gobernado lo justo. Pero es la persona con más poder en el PSOE, un sector importante de ese partido la mira como sólo se mira a quien se quiere ver en Moncloa, y sabe mover los hilos que importan. De hecho, para nadie es un secreto que el triunfo de Pedro Sánchez tiene mucho que ver con el apoyo que le dio Susana Díaz. Apoyo que -dicen- ya no es tan sólido como antes. Dicen.

Ha medido perfectamente los tiempos. Juan Manuel Moreno, el candidato del PP, todavía no tiene suficiente recorrido, y por tanto suficiente grado de conocimiento, como para conseguir que el PP gane nuevamente las elecciones andaluzas. En Izquierda Unida hay una desazón profunda porque parte de sus dirigentes se sienten más cerca de Pablo Iglesias que de Cayo Lara, empezando por el que puede hacerse con el partido, Alberto Garzón. Y Podemos aún flojea en tierras andaluzas, aunque la eurodiputada Teresa Rodríguez empieza a pitar en Cádiz y Pablo Iglesias está dispuesta a apoyarla con todas sus fuerzas aunque pertenece al sector crítico. Si las elecciones se celebraran cuanto tocan, quizá Podemos se habría convertido en un rival peligroso para Susana Díaz, que hoy sin embargo pisa fuerte.

En IU están de los nervios, lo que significa que se saben debilitados. Acusan a Díaz de oportunismo y recuerdan que es ella la que ha roto el pacto de gobierno. Es verdad, pero olvida Maíllo que será candidato a la Presidencia, que fue Valderas quien hizo el pacto con Griñán; y Maíllo hace cuanto puede para dejar en evidencia a un Valderas que ya no tiene apenas mando en plaza en IU pero es el vicepresidente de la Junta. La prueba es que fue Maíllo quien amenazó a Díaz con un referéndum sobre la continuidad del pacto, no Valderas.

Pocos dudan de que Susana Díaz va a seguir siendo presidenta. Es difícil que logre ganar por mayoría absoluta -si gana- , pero si se cumplen los pronósticos y gana pero sin alcanzar la absoluta, tendrá entonces que retratarse: IU ha advertido que no volverá a pactar con ella -veremos-, Díaz abomina públicamente de Podemos, y al PSOE le enferma pensar en un pacto con el PP. Pero veremos también si esa enfermedad se cura.