La corredera

antonio Morillo

Tertulia de rebotica

ME pareció volver a los tiempos de Maricastaña... Allí reunidos, en la rebotica, la calle solitaria, como si fuéramos liberales intrigantes contra el absolutismo fernandino o masones escondidos en la confabulación judeo masónica franquista. Tenía su regusto, su misticismo. Y luego salir uno a uno a la desierta calle semioscura a la luz de los candiles, embozados. Era una alucinación.

Resulta que me invitaron a la botica de Jesús Campo en la Isla, a sus ya célebres tertulias de reboticas. Hablamos del pasado, presente y futuro; de las constituciones del XIX, los golpes de estado, del liberalismo, el absolutismo, las dos repúblicas y dictaduras; y la gran constitución de la concordia y del consenso del 78, esa que llaman algunos papelucho y que fue votada por los franquistas. Y luego de los males de hoy, de la corrupción, la crisis, el populismo. Y el futuro, que depende de nosotros, no solo de los políticos y al que hay que ir con optimismo, trabajo y valentía.

Después el diálogo, de lo más variopinto y enriquecedor. Las diferentes posturas, las experiencias, las soluciones y los compromisos. Pasó el tiempo con rapidez. La botica ya no huele a ruibarbo y a laúdano de Sydenham; huele a receta electrónica y a genéricos, pero es la misma de siempre. Paño de lágrimas de enfermos y solitarios, remedio, consejo y lugar de encuentro de diferentes personas. Tal cual la tertulia. Y siguió el diálogo hasta que pedí, como si fuera un paréntesis, que opinaran del célebre tranvía... Ni uno solo habló bien de él. Cerramos el paréntesis y seguimos con la historia.

Lo tienen montado bien, cada uno lleva algo de picar, de manera que al anfitrión solo le cuesta alguna pastilla de paracetamol, por si a algún contertulio le duele la cabeza. Él pone el agua de la botica y su hospitalidad. Salimos ya de noche, por aquellas calles, plaza de las vacas y el admirado castillo de San Romualdo que parece un al-qasr en el desierto de la noche cañaílla, como un viejo vigía resucitado junto al paso de las barcas del río.

P.D. A la vuelta hacia Vejer me envolvió la niebla densa, húmeda y misteriosa, para hacerme soñar para el nuevo año en una España de "justos y benéficos". Y un mundo donde Dios, Alá, Yavé, no sirvan para matar, sino para unir y amar.

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