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La esquina

josé / aguilar

Atemorizados por Podemos

NINGÚN partido gobernante con mayoría parlamentaria absoluta en la historia de la democracia española se había planteado nunca buscar para las siguientes elecciones a un candidato que no fuera el propio presidente en ejercicio de su Gobierno (salvo que él mismo así lo decidiera, como hizo en su día José María Aznar).

Ahora se habla abiertamente en el Partido Popular de cerrar la era Rajoy y dar paso a una nueva generación de dirigentes no manchados por la corrupción como única vía transitable para el mantenimiento del poder en las próximas elecciones generales. Insólito. Probablemente la idea no pase a mayores, pero su mera consideración ya aporta pistas sobre la debilidad que sienten los populares y el susto que se les ha metido en el cuerpo.

Esta sensación, que ha cuajado sobre todo entre los alcaldes y presidentes autonómicos que se enfrentarán a las urnas dentro de unos meses, tiene que ver con la falta de reacción de Rajoy ante la vorágine de casos de corrupción que anega al PP y que presentan una característica común desoladora: de todos los corruptos hay fotografías y vídeos en los que posan sonrientes con los mandamases del PP -muchas veces, el propio Rajoy- y son elogiados por éstos como ejemplos de magníficos gestores de sus ayuntamientos o comunidades y como paradigmas de honradez. Son las imágenes que machacan al presidente del Gobierno cuando pide perdón por haberse equivocado al nombrar cargos públicos. Demasiados errores para creerlos casuales.

También tiene que ver con una nueva situación en la política nacional, marcada por dos cambios que se complementan y explican mutuamente. A diferencia de otras veces, la corrupción empieza a ser -o la gente la ve así, que para el caso vale igual- sistémica, implica a todos los partidos tradicionales y a las instituciones más representativas de la democracia, hasta el punto de que la mejora de la economía no produce un efecto balsámico como en las crisis pasadas. El otro cambio es que la rabia acumulada por los ciudadanos parece haber encontrado un cauce para su expresión política. Que el cauce pueda resultar a la postre frustrante o ineficaz es lo de menos en este momento. Quien lo ha abrazado lo ha hecho sin preguntas, como el náufrago se agarra al primer madero que se encuentra.

No sé si Podemos se merece el éxito que está teniendo, pero los demás se merecen que Podemos lo tenga. Se lo han buscado.

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