Cuchillo sin filo

francisco Correal

Nosferatu

OTRO Madrid-Barça. El fútbol no es la guerra ni como metáfora. Más bien lo contrario. "Los juegos -y especialmente el fútbol-", escribe David Stevenson en 1914-1918, una historia de la Primera Guerra Mundial, "eran la forma más inmediata de diversión incluso para las exhaustas tropas británicas cuando se retiraban de las líneas". Tampoco es política, aunque dos semanas antes de la consulta este partido, el partido único, parece la pegada de carteles. Faltan las fotos de Rajoy pegando carteles de Cristiano Ronaldo y Artur Mas -apellido de un futbolista argentino que jugó en el Madrid, apodado Pinino- de Messi.

En Liga ganó el Barça, en Copa el Madrid. Es difícil olvidar esos dos partidos y no sólo por su enjundia balompédica. El último Madrid-Barça de Liga lo vi en casa de mi amigo Enrique. Fue el 23 de marzo. Esa fecha siempre la asociaré con el día que mi hija Carmen aprendió a montar en bicicleta y con la muerte de Adolfo Suárez. Iniesta abrió el 3-4 con un gol ratonero impresionante. El Madrid-Barça de Copa fue tres semanas después. Un Miércoles Santo. Tuve que correr casi tanto como Gareth Bale cuando superó a Bartra en el gol definitivo, pero yo entre nazarenos para llegar a casa y ver el partido. El Jueves Santo los periódicos de papel recogían el triunfo madridista y los digitales la muerte de Gabriel García Márquez.

Un Nobel de Literatura y un Nobel de la política -si existiera el título, Adolfo Suárez lo tendría- en este mozartiano réquiem con fútbol de fondo en puertas del enésimo choque del lorquiano aquí pasó lo de siempre. Una de romanos y media de cartagineses poco hechos. El partido de los morbos estadísticos: la ansiedad goleadora de Cristiano, la virginidad de Claudio Bravo, la marca de Zarra, san Telmo, en las botas de Messi. Y la vuelta de Nosferatu. Mañana acaba la sanción de Luis Suárez. Para celebrarlo, sus compatriotas uruguayos llenan la agenda cultural de la semana. El escritor y dentista -paradójico oficio- Joaquín Doldán estrena su versión teatral de El Greco pinta al Inquisidor General. El teatro de la Maestranza acoge El Mesías de Haendel del ballet Nacional Sodre-Uruguay dirigido por el bailarín argentino Julio Bocca. La teología blaugrana traduce Mesías por Messi. ¿Será Artur Mas resultadista? El presidente de la Generalitat, como Peter Sellers en El Guateque, seguirá tocando la trompeta mientras le llueven los balazos por todos sitios.

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