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Crónica levantisca

juan Manuel / marqués Perales

Asaltacielos

JAVIER Rioyo rodó hace años el documental Asaltar los cielos, una magnífica crítica del estalinismo conducida a través de la aterradora historia de Ramón Mercader, el asesino de Trotsky cuya tragedia fue contada mejor que nadie y mucho después por Leonardo Padura en El hombre que amaba a los perros. Rioyo tituló el filme con una frase que Karl Marx dejó escrita en una de sus cartas a su amigo Kugelman, casi un verso con la que venía a elogiar el arrojo de los revolucionarios de la Comuna de París, dispuestos "a tomar el cielo por asalto". Desde entonces, el concepto pasó a formar parte de la retórica comunista, la rebeldía para alcanzar los sublime, lo más alto para arrebatárselo a aquellos que lo robaron, una devaneo poético que Marx tomó prestado de los románticos alemanes. Asaltar los cielos fue el título de las memorias de la la Pasionaria, y a tomar el cielo por asalto, y no por consenso, es por lo que clamó el líder de Podemos, Pablo Iglesias.

Debajo de la red de redes, de los círculos, de los novísmos conceptos político tecnológicos, del rechazo de la dialéctica entre izquierdas y derechas, detrás de todo ese mantra, hay algo que huele a muy viejo en este partido de jóvenes profesores de Políticas. La pugna que vive Podemos no deja de ser una repetición de dos formas de entender la izquierda, la que enfrenta a los neoanarquistas que tomaron las plazas del 15-M, los asamblearios que recelan de todo tipo de poder, con la élite de Pablo Iglesias y su profesores, sabedores de que toda organización necesita una jerarquía para alcanzar el cielo. La maniobra del pasado domingo, el blindaje de sus propuestas bajo la fórmula de una lista cerrada, su amago de dimisión, la reducción del contrincante a disidencia, su querencia por una ejecutiva que sólo pueda liderar un único secretario general son tan viejas como el grito del mono que alzó la quijada del burro. Es más, Iglesias quiere conquistar el cielo sin pisar las calles, por eso no quiere competir en las municipales. Pero es lo mismo, el imperio de los zares está tan podrido que hasta tronarán los ángeles cuando se produzca la ascensión.

Son más bonitos otros cielos. El que Luis Ciges se encontró en Así en el cielo como en la tierra, de José Luis Cuerda, no era el cielo de Francia, sino el de España, que es mucho más pobre y está custodiado por un San Pedro tocado con tricornio. Pero esto es sentido del humor, y lo que más preocupa de Podemos, de su cúpula, es su soberbia intelectual, sus agria indignación,su falta de humor. Hasta dan miedo.

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