Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

Desde mi cierro

Pedro G. / Tuero

Repiques

Supongo, y hasta me creo, que mi recordado lector sabe y conoce lo que es un repique. Repiques de iglesias, de capillas, conventos o de grandes catedrales, siempre nostálgicos y entrañables. Y lo digo porque también me huelo que aquel que es más joven no conoce plenamente el significado de estas llamadas a la oración o a la ceremonia. Repiques que oímos allá en la distancia y que nos prepara y avisa, a veces para llegar a tiempo a la celebración que prevemos o, simplemente, como cualquier reloj que nos marca el tiempo o la próxima cita. Campanas que tañen para anunciar la vida y la muerte, que advierten de la alegría o el duelo. Repiques de campanas que aún guardo en mi memoria, aquellos de mi cercana iglesia de San Francisco, casi frente a mi cierro de entonces, tan familiares, tan recordados y tan íntimos; o aquellos del antiguo Santo Cristo, constantes anunciadores de aquellos juveniles Lunes santo. Lunes de ilusiones y de anhelos. Además de esos otros repiques tan isleñamente familiares: Compañía de María, el Carmen, nuestra iglesia Mayor, los de esa Pastora -inconfundibles y diferentes, con su propia identidad-, toques y retoques de esta Isla que podrían presagiar -ojalá y pronto- la gloria de su esplendor.

O aquellos que desde este trastocado cierro también percibo, esos tan cercanos de las iglesias chiclaneras de San Sebastián, San Juan Bautista -que en el presente año cumple el segundo centenario de su fundación-, o los de San Telmo, y ese repique tan enjuto o delicado, muy personal y atrayente del convento de las Hermanas de sor Ángela de la Cruz. Repiques nuestros y vecinos, de añoranzas aún no desaparecidas, huellas o restos de lo pasado que todavía perviven. Porque el toque de campanas es a su iglesia lo que el adjetivo al nombre, ya que la califica especificando cuál es y de donde proviene. Repiques diversos y distintivos, de evocaciones y recuerdos.

Y esto no es para echar las campanas al vuelo ni para estar a punto de un repique, lo cual, como sabe mi perspicaz lector, no es lo mismo, sino todo lo contrario. Y lo digo porque esta es una Isla en la que tengo puestas mis esperanzas. El corazón me repica que todo, a pesar de tantos pesares, irá a mejor. No más toques de difuntos ni por las ánimas, sino repiques y volteos de campanas de gloria. La Isla tendrá que ir hacia delante, porque hay un Alcalde y un equipo que lo pueden hacer posible. Porque éste es un Alcalde algo desmemoriado, pero valiente. Transparente y no opaco, con sanas influencias y poderío. Un buen Alcalde para esta Isla necesitada.

Y ya sólo me queda poner en guardia, si él se deja, al actual edil socialista e isleño, Fernando León, buen amigo que fue de este escribidor en aquella época, y advertirle que en otro pleno municipal no se repiquetee más, pues ya van dos toques, y al tercero va a tener que entrar en misa. Lo oiremos y después veremos. Tiempos de campaneos.

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