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Ojo de pez

pablo / bujalance

Otra dialéctica

HACE poco leí unas declaraciones que el dramaturgo alemán Heiner Müller, primera referencia cultural de la antigua RDA, hizo poco antes de morir, en 1995. Preguntado por sus convicciones comunistas un lustro después de la caída del Muro, y con la reunificación convertida en un monstruo fagocitador sin demasiados criterios, el autor de Máquinahamlet respondió: "Lo único que sé es que no quiero ver cómo el capitalismo acaba con el mundo dentro de veinte años". Müller sabía que el comunismo había pasado a la historia por sus propios errores, pero la estampa, concretada en Alemania, de una lógica capitalista y deshumanizadora dispuesta a igualarlo todo a la baja no le resultaba tranquilizadora. El capitalismo no terminó con el mundo veinte años después, pero hace unos días la EAPN denunció que el 40% de los andaluces viven en riesgo de pobreza y exclusión social. Es cierto que Andalucía arrastra unas singularidades históricos que la convierten en un territorio incapaz de superar los males de los viejos regímenes, pero en algo sí iguala la comunidad al resto de Occidente: mientras esto sucede, el número de millonarios ha crecido un 25%. Sobra decir que una región con semejantes desequilibrios tiene los días contados a no ser que a quien le corresponda ponga remedio. No harán falta otros veinte años.

Habría que ver lo que pensaría Heiner Müller y otros intelectuales comunistas que asistieron a la caída del Muro al ver a los nuevos partidos de turno cobijándose, tan gafotas ellos, en la retórica marxista. Es verdad que Juan Pablo II dio por muerto y enterrado al comunismo, pero igual hemos llegado a ser tan pobres que las tentaciones al respecto resultan alentadoras para algunos. Hace unos días, otro dramaturgo, el gran Fernando Arrabal, se refería así en este periódico a los dadaístas: "Querían ser mejores y se aliaron con la peste, con el comunismo". El mismo Arrabal me habló una vez de la desolación que le embargó cuando, durante la Transición, le metieron en España en el mismo saco de los regresables con Carrillo y La Pasionaria. Ya sabemos lo que es eso. Lo paradójico es que el peor efecto que podría tener un capitalismo atroz sería el regreso del comunismo a la baraja. Porque la única alternativa que ha sabido ofrecer Europa es una extrema derecha más atroz aún.

El economista de moda, Thomas Piketty, señalaba hace poco que no hay contradicción entre preferir la propiedad privada y considerar que el planteamiento actual del capitalismo conduce al desastre. Pero ya ven, la peor herencia del siglo XX sigue latente. El XXI es igual de pobre y mezquino.

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