Efecto Moleskine

Ana Sofía / Pérez / Bustamante

el niño

CHay una sensación que consiste en leer una novela de compatriota y pensar: qué buena, no parece española. Suele significar que es interesante, trata un tema actual bien documentado, no es ideológicamente bizca y no aburre con una exhibición verbal. Lo mismo que con la novela pasa con el cine. La primera impresión tras ver "El niño" es hollywoodense: la calidad técnica y el impacto visual de las tomas portuarias y las escenas de persecución de la narcoplaneadora desde el helicóptero, y unos actores muy bien escogidos entre la solera de Luis Tosar, Sergi López o Eduard Fernández (los curtidos policías antidroga) y el desparpajo de Jesús Carroza, Moussa Maaskri y Jesús Castro en sus papeles de Cani, Morito y Guapo-Vernáculo-tipo-Paquirri. Concedamos que las historias de Marifé (la Cani hembra) y Amina (la bella malmaridada) aportan matiz, aunque desmayen el ritmo. Luego está el Factor Sur-del-Sur: ese elemento explosivo de calamidad socioeconómica sobrellevada con pachorra y guasa donde lo sublime y lo grotesco se disuelven en una domesticidad surreal que rompe todo decoro clásico. En este punto uno recuerda "Carmina o revienta" de Fernando León, con esa Gorgona bajoandaluza que es Carmina Barrios; y, mucho antes, la prostituta Hortensia Romero de Fernando Quiñones, o el cazador furtivo Juan Lobón de Luis Berenguer. Es la picaresca. Hasta aquí, Daniel Monzón y Jorge Guericaechevarría han puesto un pie en lo que podríamos llamar "thriller étnico/cosmopolita", que tratándose del tema de la droga en el Estrecho bien puede dar un subgénero como el del narcocorrido mexicano. Lo que ya no se explica, y realmente puede impedir que la película aspire al óscar, es un fallo de guión. Todo el argumento descansa sobre una flagrante omisión: faltan los perros policía con los que trabaja la brigada antidroga. No están. ¿Y por qué no están? Pues porque si estuvieran sobraba todo el metraje que va desde el contenedor de Pescanova hasta el contenedor de Samsonite. Una lástima, realmente. Alguien podría haber comentado, en un diálogo de colgaos, algo así como: hoy no ha venido el perro porque se ha cogido el día de asuntos propios.

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