Tribuna Libre

Pepe Oneto / Comunicador Gastronómico

Venta de Vargas: Cátedra flamenco-gastronómica

Una velada de las que marcan historia. El pasado sábado (23 de agosto de 2014) disfruté, junto con Loli -mi esposa-, de una noche realmente encantadora que me hizo retrotraer a uno de esos pasajes maravillosos de nuestra vida en las que nos encontramos a nosotros mismos por medio de un entorno, un ambiente, unos olores, unos sabores, un folclore -el nuestro, el genuino, el inconfundible-. unos amigos, un trato cálido…Todo eso lo encontré esa misma noche y en un mismo sitio: Venta de Vargas, en La isla. Donde se me reavivó el paladar que guardamos celosamente en la retentiva de nuestra memoria.

Todo empezó con unas patatas aliñadas. Perdón papas aliñás, algo sublime que me hizo recordar momentos entrañables vividos en esta casa, porque siguen haciéndolas exactamente igual de deliciosas que antaño. Luego, como no podía ser de otra manera, las inconfundibles, las originales, las auténticas Tortillitas de Camarones -de La isla, ¡eh!- de este templo de la gastronomía que sienta cátedra flamenco-gastronómica, al cual le debemos que este sublime bocado se haya convertido en el santo y seña de la cocina isleña, que en esta casa alcanzan el grado de sperlativas. Y un impresionante lenguado (por el tamaño y la calidad), que poco ante de llegar a la mesa había estado merodeando en aguas de la bahía junto a róbalos, zapatillas, mojarras…, puso el broche final a una cena que marcará un ante y un después en mi ajetreada vida culinaria.

Pero eso solo -¿solo?- fue una parte de un todo, de esa noche maravillosa. Porque luego le siguió una auténtica fiesta flamenca, que sin menospreciar a ninguna de las que se han hecho y se hacen en "la venta", y no son pocas, fue, si cabe, especial porque con ésta se le rendía un homenaje a Mariana Cornejo, una de las más grandes cantaoras que ha dado esta tierra, que desgraciadamente ya no está entre nosotros, con la obra Tributo a Mariana. Un sensacional espectáculo que interpretó magistralmente la gran artista gaditana Ana María Polanco y dirigida por Javier Marín, en la que la magia, el arte, el embrujo, el duende que se puede percibir en la venta isleña por tantos y tantos años de historia flamenco-gastronómica -unido a ese encanto especial de la joven intérprete que durante una hora y media se metió en la piel de Mariana- nos hizo estremecer con sus chuflillas, tanguillos, colombianas o bulerías en esa fabulosa comedia musical-flamenca que a todos nos hizo vibrar con las simpáticas anécdotas, vivencias, trayectoria profesional, etcétera de la desaparecida artista gaditana. Un show flamenco en el que la Polanco demostró sobremanera sus excelentes dotes artísticas y saber estar sobre ese escenario en el que estuvo acompañada por José Manuel Fernandez a la guitarra y a las palmas por David Gavira y Jorge Bautista. Sin olvidarnos de la excelente megafonía, luces y magnífica organización escénica en general.

Y como colofón, nos regaló una impresionante actuación de la pequeña bailaora chiclanera Macarena Ramírez que a todos nos dejó boquiabierta con el baile de la que ya podemos decir que es una gran artista, que aunque no es una niña prodigio, sí podemos afirmar por su arte que es un prodigio de niña.

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