La azotea

pedro / ingelmo

apaguemos las luces

Alas doce y media de la noche anocheció la playa. Los focos reflectantes que hacían de la arena una superficie blanca y lunar hicieron plof y nada, todo negro, la espuma de las olas con su inaguantable romper, tan distinto que es siempre igual. Momentos antes estaba hipnotizado con el baño de electricidad que desnudaba la playa, una playa vacía. Nadie paseaba por ella, no había parejas arrullándose. Era una playa deshabitada más allá del círculo de seguridad que marcaban los chiringuitos. Alguna vez estuve allí abajo, hace décadas. No había electricidad, era un terreno misterioso en el que zambullirse en la noche era una epopeya, una hazaña y una estupidez, como toda hazaña. Ya no queda nada de esto en esta playa muerta, tan muerta que, en mi imaginación, hay un momento en que Teófila mira a la playa, ve que no hay nadie y le da al interruptor. Apaguemos ya las luces.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios