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Hablando en el desierto

Francisco Bejarano

El celibato

La progresía lleva tiempo queriendo hacer del cristianismo, del catolicismo en particular, una religión que no sea una religión, sino una mezcla de oenegé, filosofía humanista, partido político confesional, budismo socialista, relativismo moral y conciencia libérrima para distinguir el bien del mal. No está mal, cualquiera puede hacer un modelo de vida con todo este batiburrillo sin que nadie le moleste y será seguramente en la opinión de los demás una buena persona. "Buena persona" es lo que se dice de alguien de quien no hay nada que decir. Lo que está pasando es que para seguir ese modelo filosófico-moral de vida no hace falta ninguna religión. Estamos impregnados de espíritu cristiano por cultura, civilización y educación y todo lo que inventemos para vivir como personas decentes dará vueltas alrededor del cristianismo.

A los partidarios de una religión sin religión, cómoda y del mínimo esfuerzo, les ha temblado de alegría su corazón de flan cuando el Papa ha dicho que el celibato sacerdotal puede discutirse. Por supuesto que puede discutirse algo que no es dogma de fe y que ha sido obligatorio para los sacerdotes seculares la mitad de la historia del cristianismo. Ya se han permitido curas casados en algunos países donde los creyentes sufren persecución para que desde la clandestinidad puedan ejercer su misión. La abolición del celibato obligatorio será el principio de un coladero. Como diría Cánovas del Castillo, hagan ustedes las leyes que yo haré los reglamentos. Como para el que escribe el cristianismo fue una revolución, cuando aún no se llamaba así, y una modernidad que no ha dejado de ser moderna en ningún momento de su historia, hasta en los peores, solo admite afeites en lo superficial si no quiere dejar de ser religión.

El coladero será el matrimonio opcional de los sacerdotes diocesanos, que lo deseo, y no sé si la vuelta a su ministerio de los curas casados y suspendidos. Dudo esto último porque los curas ganan poco y la tentación del cepillo es grande. Luego vendría la discusión de si pueden divorciarse, más adelante si su mujer puede abortar o si la esposa del cura puede ser una loca de costumbres licenciosas que sea escándalo de la feligresía. La progresía insaciable dirá que sí a todo. Los creyentes de fe firme no tendrán problemas con una religión desacralizada, pero el pueblo sencillo, como siempre, será el que se lleve la peor parte del desamparo. Siempre nos quedará la Iglesia Griega, en la que los curas se pueden casar, y que al final va resultar ser la única verdadera.

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