El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Efecto Moleskine

aNA SOFÍA / PÉREZ- / BUSTAMANTE

Habitantes de ficticia

LA última Feria del Libro en Cádiz se ha dedicado a un género que está en la raíz de la edad contemporánea. En sus inicios románticos, la novela histórica al estilo Walter Scott respondía a un deseo de evasión hacia un pasado idealizado donde tenía sentido el gesto del héroe; también (como la epopeya) estaba vinculada a la forja mítica de identidades nacionales. A Pérez Galdós los Episodios Nacionales le servirán para alzar el acta de nacimiento y defunción del proyecto liberal de integración nacional. La frustración, el asco y el desprecio hacia la España oficial es lo que mueve al Valle-Inclán de El Ruedo Ibérico. Con las barojianas Memorias de un hombre de acción la novela histórica se constituye como azaroso collage de documentos, ficciones y olvidos. La 'nueva novela histórica' es un tipo de relato que enlaza en su argumento el presente con la búsqueda del pasado. En España esto se plantea, en principio, como necesidad de rescatar la memoria colectiva de un 'tiempo de silencio': así El jinete polaco (1991), de Muñoz Molina. Más adelante, Javier Cercas tematiza en Soldados de Salamina (2001) la manera en que el escritor 'rellena' los huecos de su reconstrucción del pasado movido por una necesidad literaria (la necesidad del 'héroe') que se confunde con una necesidad psicológica y sociológica de 'hacer justicia' simbólica a posteriori. Isaac Rosa discute la bondad de esta catarsis (El vano ayer, 2004). A estas alturas parece que el deseo de rescatar la memoria quizá se avenga mejor con el 'relato de no ficción', ensayado por Eslava Galán (Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, 2005) y el propio Cercas (Anatomía de un instante, 2009). Trapiello denuncia el negocio mediático en que prensa y universidad han convertido la memoria histórica (Ayer no más, 2012). El proyecto novelesco de Almudena Grandes, ahora, vuelve a enlazar con el Galdós de los 70 y 80. Juan José Arreola, que no en vano se estrenó como redactor de textos de solapas de libros, acuñó este perspicaz microtexto: "Los habitantes de Ficticia somos realistas. Aceptamos en principio que la liebre es un gato". Me gusta cada vez más la historia, pero me pregunto si habrá tierra más allá de Ficticia.

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