La azotea

Manolo / Fossati

Yo no tengo que llevarle

EN realidad García Márquez era el gran mago Melquiades. Con la lectura de Cien años de soledad, en aquellos años aún de oscuridad en España, el mago colombiano consiguió conmigo su principal efecto: un gran, enorme, cósmico deslumbramiento de huevos prehistóricos, mariposas que llovían y mujeres que ascendían a los cielos con un idioma español elevado a la misma altura del firmamento.

Muchos buenos, buenísimos, talentosos y reconocidos escritores han redactado en estos días miles de palabras fundamentadas en honor de uno de los más grandes genios de la literatura hispana. Es su trabajo y su obligación. Yo, en cambio, como aquel pobre pastorcillo en Belén que no poseía ni oro ni incienso ni mirra, como no tengo otro talento ni fama que llevarle, le llevo a Gabo el corazón ya para siempre agradecido.

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