ACABAMOS de conocer la cara del primer gaditano del que se tiene noticia por gentileza de nuestro querido Ayuntamiento, que también ha decidido enseñarnos como era Cádiz antiguamente. Ya se sabe que este Equipo de Gobierno es aficionado a la realidad virtual, lo mismo nos enseña cómo quedará el cementerio de San José al acabar su transformación que las casas sobre palafitos, si algún día se llevan a cabo. Es lo que tiene la realidad virtual, que acepta cualquier cosa. Lo mismo se puede recrear una ciudad feliz con los astilleros a pleno rendimiento, el asunto Delphi resuelto, Juan Carlos Aragón como ganador perpetuo del Falla y Carlos Medina como presidente vitalicio del Cádiz CF en Primera, en una ciudad que sonríe y funciona a toda máquina. Por eso se llama virtual y si alguien tiene alguna duda nada más que tiene que volver a ver "Matrix" con esos tipos vestidos de curas preconciliarias dando saltos con gafas de sol como si fueran zornozistas de toda la vida.

Cuando vemos el Cádiz de Valentín nos quedamos con la duda de si habrá nuevos capítulos de la serie "El tiempo entre fenicios" y sabremos si hace 2.500 años Villanueva presidía la Asociación de Autores y mandaba en el concurso de agrupaciones que, sin lugar a dudas, ya existía. Si Ignacio Moreno y Miguel Nuche ya estaban al frente del Ateneo y el Casino. Estaría bien saber si ya Antonio de María tendía alguna queja por la manera en la que el gobierno permitía que se sirviese el garum o porque hubiera competencia desleal por parte de hosteleros de la Dacia o del Helesponto, por decir algo. Ya se sabe que los antoniosdemaría de todas las épocas siempre se han quejado de todo en todo momento, si va bien porque no va lo suficientemente bien y si va mal porque otro tiene la culpa de que vaya mal. Con tirios y troyanos, con Amílcar Barca y con Balbo el Menor. Da igual. De lo que estamos seguros tras ver este primer capítulo de la serie es que Valentín se inventará algún medio para entrar en el concurso del carnaval: escribirá sus reflexiones en piedra una semana antes para trincar la ansiada acreditación, se buscará la manera de ir de gañote al bello deporte del balompié cuyo propietario será alguien proveniente de la península itálica con toda seguridad. Valentín usará una clámide de propaganda de cualquier institución y se quejará de lo mal que está la cosa por culpa del gobierno de turno. Valentín, que aquí todo el mundo sabe latín.