Efecto Moleskine

aNA SOFÍA / PÉREZ- / BUSTAMANTE

Rabo de toro

Siempre me gustó el esperpento: ese humor negro y cafre que pone en solfa el ser y estar de este pintoresco rabo de Europa que en la ONU siguen llamando España. Por eso fui a ver Las brujas de Zugarramurdi. El Auto de Fe a este pueblo navarro es algo que volvió a sonar a raíz de los trabajos del antropólogo J. Caro Baroja, que investigó en los archivos de la Inquisición y sacó, en 1961, Las brujas y su mundo. Un año después (curiosa proximidad) se publica la novela Tiempo de silencio, del psiquiatra Luis Martín-Santos. Caro Baroja habló a menudo de la cochambre nacional. Martín-Santos considera que en el fondo de la vida social española sigue estando el culto al Gran Cabrón, como en el grabado de Goya. Veo esta película de Álex de la Iglesia y me pregunto, en 2013, si todo ha cambiado tanto para que todo siga tan igual. El argumento empieza con el atraco a un Compro Oro en la Puerta del Sol. Los atracadores van disfrazados de estatuas vivientes y son: 1) Hugo Silva, un Cristo semidesnudo y plateado a cuestas con su cruz (un divorcio que lo tiene sangrado y semidespojado de paternidad), y 2) Mario Casas, un cani vestido de soldadito de plástico con dificultad para armonizar su faceta de semental con su faceta de oligofrénico parado sin autoestima. Estas dos víctimas del mujerío acaban con su alijo de anillos de boda en un aquelarre de brujas que se los iban a comer, pero finalmente sólo se comen de hecho a un señor de Badajoz, y simbólicamente al niño (el hijo del Cristo), convertido en el Andrógino Elegido para devolver al Mundo al orden de la Gran Madre. No voy a entrar en que la película sea un tedioso bodrio entre disparatado, castizo y naïf (un híbrido de Full Monty con El día de la Bestia y La que se avecina). Sólo me pregunto hasta qué punto sigue siendo España esa piel de toro. Y si Álex de la Iglesia piensa que nuestro gran problema es el Empoderamiento Femenino, o si piensa que puede hacer caja con esta especie de catarsis para varones resentidos. (En el glorioso reparto femenino me faltó Rosa María Sardá haciendo, por ejemplo, de María Teresa Fernández de la Vega, en un triple eje semiótico madrileño-vasco-catalán).

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios