Tribuna libre

Francisco González / cabaña

La profecía de la Pepa y la vida eterna

LAS hipótesis sobre la terminación del Puente de La Pepa llevan camino de convertirse en un auténtico culebrón no apto para gente de poca fe. El conocimiento de la fecha de finalización de tan emblemática y costosa obra, costosa en el doble sentido económico y temporal, se ha convertido en un auténtico enigma que para sí hubieran querido especialistas en profecías tan cualificados como los mayas o el propio Nostradamus.

Parece que el puente fuera de chicle. Cuando gobernaba Zapatero, Teófila Martínez y los suyos lo encogían hasta reducirlo a la mínima expresión, y ahora que gobierna Rajoy lo estiran más allá de pedir auditorías técnicas de la obra o recoger pliegos de firmas exigiendo su finalización. Como todo no deja de ser un episodio más de la "herencia recibida".

Es más, cuando desde la oposición damos a conocer a la opinión pública la información de la que disponemos y que hemos conseguido a cuentagotas, iniciativa parlamentaria tras iniciativa, la maquinaria informativa del Ministerio de Fomento se pone en marcha con más diligencia que la propia constructora de la obra para negar lo evidente: que las obras sufren un grave retraso, como demuestra el hecho de que a 30 de septiembre solo se hubiera ejecutado el 48% del presupuesto para 2012.

A la espera estoy de que el Ministerio conteste a mi pregunta sobre el grado de ejecución a 31 de diciembre y a otra sobre si el Gobierno sigue manteniendo el 2014 como año de la finalización después de que se haya marchado la empresa constructora de las dovelas del tramo atirantado.

Porque la estrategia del PP está clara, cada vez que el ruido mediático sobre la obra sube de tono, aparece la señora Martínez con su argumentario "de cajón" o tenemos una "visita express" de la titular de Fomento, la señora Pastor, profetizando a pie de balaustrada de la barriada de La Paz un rápido final de la obra.

Da igual que Manterola y otras voces autorizadas afirmen lo contrario. Da igual que OTP, la empresa constructora de las dovelas, se haya marchado de la obra según dicen por falta de pagos, porque en cuestiones de fe a falta de pan buenas son tortas y porque vivimos tiempos de profecías, y entre todas ellas una, la del Puente de La Pepa sobre la Bahía. ¡Qué envidia me dan los mayas!, que diría la ministra.

Con todo, y con ser importante la obra del Puente de La Pepa y sus continuos avances y retrocesos, esta cuestión no deja de ser el escudo tras el que se oculta la falta de inversión en infraestructuras dependientes del Gobierno de España que asola a la provincia. Por citar algún ejemplo, la Alta Velocidad a Cádiz, en otro tiempo reivindicación con calendario irrenunciable del PP cuando estaba en la oposición, "avanza" a paso de tortuga y las últimas previsiones presupuestarias la sitúan en el horizonte del 2017, un horizonte tan lejano como el del famoso western y en el que no se vislumbra ni de lejos el tren Algeciras-Bobadilla para el que con el presupuesto consignado en el 2013 se tardarían cien años en terminarlo, ¡y usted que lo vea!

Como les decía al principio: todo se reduce a una cuestión de fe y a pensar que estas obras si no están terminadas en esta vida lo estarán en la otra, que para eso es eterna.

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