Efecto Moleskine

Ana Sofía / Pérez- / Bustamante /

Londres 2012

CONTABAN el tiempo los antiguos griegos por las olimpiadas: la unidad de medida era el cuerpo humano en apoteosis de virtud (la bondad del esfuerzo y del vigor) y de belleza. Cuando acaban de terminar, pienso que estos de Londres han sido los juegos en que el pebetero olímpico fue un símbolo perfecto de cómo ve la posmodernidad la llama de la civilización (una reunión puntual de múltiples fragmentos); en que el medallero confirma la superioridad de Estados Unidos frente a las potencias de Asia (nadie sabe hasta cuándo); en que el héroe más aclamado, Usain Bolt, es un artero Ulises que dosifica sus carreras para no perderles dinero a sus récords. Hay algo de compensación oscura en estos orgullosos superhombres de países insignificantes como Jamaica, y algo estremecedor en esa África trasterrada que triunfa en los pies de un somalí nacionalizado británico (Mo Farah, oro en 5000 y 10000 metros), de ese López Lomong que fue un "niño perdido" en la guerra civil de Sudán, o de Guor Marial, que corrió la maratón sin representar a ningún país porque ya no lo tiene. Y qué me dicen de esta curiosa España que sale vestida de rusa rojigualda y que, dejando atrás su machismo de secarral, triunfa en sus mujeres acuáticas: Mireia Belmonte, Maialen Chourraut, Sofía-Tamara-Ángela (la trinidad en vela Elliot), las 9 magníficas de Anna Tarrés. Vuelan los días y hoy más que nunca sentimos con qué vertiginosa rapidez se va transformando la actualidad en pasado. El viejo Píndaro, cantor de los atletas victoriosos en los juegos panhelénicos, sabía también cómo son fugaces el éxito y la dicha, de qué manera somos "seres de un día", "sueños de una sombra". Pero en mi memoria queda la imagen del banco de peces del equipo español de natación sincronizada: ese salto imposible de un maillot de escamas plateadas sobre un humano puente. A la orilla del mar, en Cádiz, mi sobrino Javi me pregunta, desde la inocencia de sus dos años, dónde viven las olas. Yo me pregunto con qué parte del cuerpo escuchan bajo el agua la música Andrea Fuentes, Ona Carbonell, Thais Henríquez, Paula Klamburg, Irene Montrucchio, Laia Pons, Clara Basiana y Alba Cabello. Oceánicas.

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