EL cuarto Gobierno de Griñán es más de izquierdas que los anteriores. Los resultados electorales del pasado 25-M han llevado a PSOE e IU, que sumaron casi 500.000 votos más que el PP, a conformar una coalición de izquierdas para gobernar los destinos de Andalucía durante los próximos cuatro años. En la cuota mayoritaria socialista, el Ejecutivo de Griñán es muy griñanista -los rubalcabistas (Micaela Navarro y Paulino Plata) han recibido puerta y calle, y mantiene a su guardia pretoriana (Antonio Ávila, Mar Moreno y Carmen Martínez Aguayo)-, no cumple con el trasnochado reparto provincial de consejerías -Cádiz, Huelva, Almería y Granada no tocan bola-, incluye a un fiscal progresista moderado para gestionar el caso de los ERE y pone al frente de Agricultura y Medio Ambiente a Luis Planas, un político europeísta muy sólido. Pero, con todo, la inclusión de la actual secretaria de Organización del PSOE andaluz, Susana Díaz, como consejera de Presidencia e Igualdad, es la decisión política de más calado. Vituperada tanto o más que el propio Griñán por la mayoría de los medios, prototipo máximo de los griñaninis, señalada como responsable máxima de las estrategias internas diseñadas al milímetro por su secretario general, excusa muy a mano para dividir a la delegación andaluza en el 38º Congreso Federal, esta abogada sevillana se ha convertido en la número dos de facto de la cuota socialista en el Gobierno andaluz. Sobre sus espaldas recaerá la reconstrucción del armazón administrativo con la batería de nombramientos de viceconsejeros, delegados provinciales, etc., las negociaciones más escabrosas para la cicatrización de heridas con los del 'dije Diego', el engrase y puesta a punto del pacto con IU y el contrapunto diario a las críticas de la bancada popular al Gobierno socialcomunista. A lo mejor, ahora, esta niña mala, que pareciera sacada, por tanto desbarre en adjetivos descalificativos, de la novela de Vargas Llosa Travesuras de la niña mala, no  es tan mala, malísima. Barrunto que, en los días que están por venir, descubrirá una corriente de aduladores, un pequeño ejército de enamorados hasta el tuétano, una inflación disparada de susanistas. Y cuando los recortes dejen muy atrás al PP de Arenas y se visualice que el nuevo secretario de Organización del PSOE lleva su mismo ADN, pues cabe la posibilidad de que la conviertan en una niña buena o incluso en una mujer de Estado. Ni tanto ni tan calvo. Esta muchacha sevillana hizo lo que le dijeron y seguirá haciendo lo mismo. Creo que lo llaman lealtad.

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