Ana Sofía / Pérez Bustamante /

Huevos de Pascua

Vengo de Centroeuropa, donde estos días florecen los almendros y la gente ha colgado en las ramas aún peladas de árboles y arbustos huevos vaciados que se pintan a mano y allí, en la calle, al alcance de cualquiera, simbolizan, como en muchas otras culturas, la renovación de la vida en una dimensión tanto natural (la eclosión de la primavera) como espiritual (la resurrección). Pienso en el poder regenerador de los viejos símbolos religiosos. He visto también, en los museos de Dresde, el poder regenerador del arte. Y me ha sorprendido un paisaje del romántico Friedrich que, al evocar el horizonte curvo en lo que parecen marismas norteñas, convoca la inmensidad del cielo ungiendo con su luz el agua, como hacen hoy los lienzos de Carmen Bustamante: la pulsión irresistible de regresar en soledad al centro transitivo de la naturaleza. Luego, he pensado de qué manera la poesía actualiza ese mismo deseo de volver a empezar: así, el último libro de Javier Vela, "Ofelia y otras lunas", que habla de un regreso a la ciudad natal: "Ah patria con farolas, plaza mía, ágora o escenario/ bendito por el juego... /Un niño me contempla desde el fondo/ oscuro y frío del tiempo./ Sonríe, se persigna y estalla en mil palomas./ ... Madre fecunda ... deja que... ungido en ti, penetre hacia el origen/ como un niño que hermosamente muere para nacer de nuevo". Pienso en el poder inmenso de la palabra: oración, poesía, ley. No sólo hay lugares donde la memoria establece que un individuo puede volver a comenzar de nuevo, sino también lugares de la memoria histórica que, como la Constitución de 1812, se pueden erigir en modelos colectivos de ética civil, entendiendo el "ëthos" griego como "predisposición para hacer el bien": "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen", "La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona", "es una de las principales obligaciones de todos los españoles ... el ser justos y benéficos", "También está obligado todo español, sin distinción alguna, a contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del Estado"... Por encima de las diferencias ideológicas, es bueno consensuar lugares de la memoria donde encontrar -más aún en tiempos de vicisitud- modelos, referentes, ritos que auspicien la regeneración y la esperanza.

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