Efecto Moleskine

Ana Sofía / Pérez / Bustamante

Lob@s y lobbys

EL informe de Ignacio Bosque sobre Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer pone al fin sobre la mesa lo que sabemos desde hace mucho: que al hilo de las buenas intenciones el lenguaje político y administrativo se ha ido lastrando con un tonteo de género que llega a ser asfixiante. Y es verdad, como dice el insigne lingüista, que en nuestra sociedad existe discriminación hacia la mujer y comportamientos verbales sexistas. Lo que no explica con el mismo detalle es lo que está en la base del asunto: que nuestra lengua, como casi todas, atesora un fósil patriarcal del que no puede librarse, a saber: que, en castellano o español, el género masculino es el no marcado (o sea, el que por defecto lo designa todo), mientras que el femenino sólo designa a lo femenino (o sea, una parte). A esto es a lo que se llama la "violencia simbólica del lenguaje", que "invisibiliza" a la mujer y que está ahí, inamovible, porque eliminar el masculino como género no marcado resulta inviable, por mucha ingeniería lingüística docta o silvestre que las guías bienpensantes ofrezcan. Los hablantes sabemos, a estas alturas, lo que la duplicación del género en el discurso mediático tiene de estrategia oportunista de quita-y-pon, y nos aplicamos el mismo cuento: en general usamos el masculino no marcado y de vez en cuando -según el contexto, la situación, la voluntad de agradar o desagradar-, introducimos (o no) la variante del desdoblamiento de género. Gajes de la evolución de la sociedad y la lengua. Que don Ignacio Bosque salga ahora en defensa del fuero filológico da alas a los detractores de la RAE para vincular su iniciativa al gobierno del PP. Más bien parece que los académicos se han atrevido a asomarse al foro público solo tras la extinción del gobierno talantoso, cuando poco importa ya que a doña Rafaela Pastor le dé por llevarle públicamente la contraria a las Mujeres Europeas, un ataque de lesa humanidad. Un poco tardía, la proeza de la RAE, pero bueno: concedámosle su valor en la jungla de lobbys en que nosotros, las personas humanas, solemos convertirlo casi todo. Por cierto que, como hispanohablanta, me gustaría preguntar a la RAE si debo veranear en Lérida o en Lleida.

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