Con la venia

Fernando Santiago

La crisis y las crisis

DESDE que tengo uso de razón (si es que en realidad la tengo: “yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos”) hay sectores que están en permanente crisis: la hostelería, el comercio, el teatro, el cine español, la agricultura y la izquierda. Dicho así, a bote pronto. En Cádiz llevan décadas en crisis el puerto, los astilleros y hasta la propia ciudad. De manera recurrente, desde 1978, los trabajadores de astilleros se manifiestan por la crisis que padecen. Unas veces es por la competencia coreana(lo que llevó a algunos a disfrazarse de chinos), la Unión Europea, la falta de pedidos, los costes elevados o lo que sea. El puerto entró en crisis cuando se acabó el monopolio del comercio con América y ahí sigue. Cada dos por tres se oye al presidente de HORECA llorar amargamente por los malos resultados de los bares o por lo mala que ha sido la campaña turística. Da igual si es año de vacas gordas o de vacas flacas porque la hostelería siempre lo pasa fatal, aunque cada día hay más bares. Los agricultores siempre se quejan: a veces llueve demasiado y se inundan los cultivos, otras veces hay sequía y no crecen o no se pueden plantar. Se han hecho innumerables pantanos y trasvases en los últimos 30 años pero no se resuelven los problemas. Ahora estamos con la pertinaz sequía que desde el franquismo tiene nombre propio. A los comerciantes siempre les he oído quejarse, sean de una asociación o de otra: a veces la culpa la tienen las grandes superficies, otras la falta de aparcamiento y otras veces los malvados chinos, que venden demasiado barato y, a lo que se ve, hay una confabulación internacional para que trabajen mucho, importen sin tasas aduaneras y, según dicen, no paguen impuestos. Por si fuera poco se mueren de manera misteriosa y se censan de manera más extraña aún.

El teatro está en crisis desde Sófocles y Esquilo y la izquierda desde el día siguiente de que enterrasen a Carlos Marx en el cementerio londinense de Highgate y no dejase un testamento o un heredero político claro. Unas veces la izquierda está en crisis en el gobierno pero, por lo visto, gobierna como la derecha y otras está en crisis en la oposición y, a lo que se ve, la derecha es muy mala y muy de derechas. Son constantes históricas que nos acompañan toda la vida como el anticiclón de las Azores o el número de los ciegos. Forma parte de nuestras vidas. El problema es que ahora la crisis es tan crisis que no hay lugar para crisis parciales. Todo es “con la que está cayendo” y metáforas similares. Apretarse el cinturón, nos hundimos, hay que gobernar como en una familia y cosas así. Está tan chunga la cosa, como ya nos lo anunció el Masa, que no hay otra crisis que la crisis, lo diga Agamenón o su porquero, nos lo anuncie Luis de Guindos (ese ministro que parece gemelo de Chiquito de la Calzada “fistro de estado del bienestar, déficit torpedorrr”) o Angela Merkel. Qué más da. Qué importan si no hay ni va a haber puente, alta velocidad, BAM, tranvía o lo que sea. Qué más da si va a haber recortes, si han restringido derechos laborales o si se va a privatizar la sanidad, la educación o lo que sea menester.

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