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Ana Sofía Pérez Bustamante

Garzón y la ironía

LA sentencia contra el juez Baltasar Garzón ha levantado ampollas. Con la ley en la mano es culpable de ordenar escuchas infringiendo el derecho a la defensa. Tal vez por eso, porque era la condena más fácil de dictar, este juicio ha ido por delante (la causa del Gürtel se abre el 24-02-2010, la de cohecho con el Banco Santander el 28-01-2010, y la de la investigación de las víctimas del franquismo, el 26-05-2009). La condena a 11 años de inhabilitación sirve para anular a Garzón, algo que no desagrada (y quizá satisface) a sectores de la judicatura y la abogacía (Garzón era procesalmente chapucero y se empeñaba en causas quijotescas desatendiendo los quehaceres rutinarios del tribunal que le correspondía), a sectores de la derecha (Garzón era la pesadilla de los dictadores y sus edecanes, culpables de crímenes que no prescriben), a sectores de las tramas de corrupción del PP (que de momento han escapado bastante bien). Como parte de ese gallinero miserable, indocto e infeliz donde vive la opinión de la calle, me siento inmersa en una ironía de círculos infinitos. Primero, porque me parece que toda la impecable sentencia encaja en la definición que da H. W. Fowler de ironía: "el significado superficial y el significado subyacente de lo que se dice no es el mismo". Leo: "Los poderes públicos están sujetos al imperio de la ley", y sé que en teoría, sí, pero de hecho casi siempre no. Y leo que Garzón ha recurrido a "prácticas propias de regímenes totalitarios ", y sé que es así, pero también sé que este derecho a la defensa nos deja indefensos ante el crimen organizado en demasiados casos. El origen de nuestra "ironía" está en la comedia griega: el Eiron se corresponde con el tipo de personaje inteligente y oprimido que, gracias a su ingenio, triunfa sobre el Alazon o fanfarrón. Para el ciudadano de a pie, Garzón ha sido la figura mediadora del Eiron contra el eje del mal (los depredadores políticos, militares y económicos). Lo malo ha sido que de la comedia Garzón haya pasado a la tragedia por su hybris (o desmesura, o satánica soberbia). ¿Solución? Yo haría como Azorín, en su cuento El juez: considerar que, más allá de la letra de la ley, la equidad está por encima de la estricta justicia. Rebajaría considerablemente la condena de Garzón, y revisaría al alza los casos de excepción de "derecho a la defensa".

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