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la tribuna

Julissa Ureña

¿Rebeldes sin causa o recursos a desarrollar?

POPULARMENTE se suele estereotipar a los y las adolescentes diciendo que son difíciles de tratar, rebeldes, conflictivos, impulsivos… en definitiva, que son un dolor de cabeza. De ahí que muchos progenitores, cuando sus hijos llegan a la adolescencia tengan prejuicios y sientan preocupación por cómo afrontar los cambios que repercuten en la dinámica familiar, al llegar su hijo o su hija a esta edad. Algunos, en su intento de educar lo mejor posible, no logran encontrar un equilibrio entre poner límites sanos y ser permisivos. En algunos casos se toman medidas preventivas drásticas y poco flexibles que dificultan la adquisición de autonomía y en otros, se da libertad excesiva, hasta que ocurre algún hecho que les genera desconfianza, volviéndose recíproca de no saber manejar la situación. Así cuando el o la adolescente atraviese una dificultad propia del ciclo vital probablemente dude mucho comunicarlo a sus padres.

Por otra parte, en el ámbito educativo, los y las adolescentes, no siempre encuentran precisamente un oasis en torno a la relación que mantienen con los otros adultos significativos; el profesorado de Educación Secundaria y Bachillerato, que hasta hace poco recibía escasa formación en materia de Psicología de la adolescencia, pudiendo alguno ser, por ejemplo, un buen profesor de matemáticas, sin tener idea de cómo tratar al alumnado, ya que podía, con apenas un curso cuestionable de tres meses, presentarse a las oposiciones de profesor de Secundaria, con lo cual, muchos han estado muy comprometidos con la enseñanza de su asignatura, pero quizás no con educar, y esto en muchos casos se suele notar en las aulas, en la relación con el alumnado y en la comunicación con las familias. Muchos profesores y profesoras, al igual que muchos padres y madres, están aún predispuestos por la visión conflictiva que se ha tenido en nuestra sociedad de este periodo evolutivo, en el que muchos adolescentes no perciben el apoyo necesitado por los modelos adultos, en el que se está forjando la identidad, en el que ocurren múltiples cambios tanto físicos como psicológicos y sexuales. En esta etapa, además, se toman decisiones importantes sobre el futuro en el ámbito académico y generalmente, se inician relaciones sentimentales y experiencias de tipo sexual, con lo cual son muchas las emociones con las que se enfrentan por primera vez, generalmente vividas muy intensamente a esa edad.

Durante mucho tiempo tanto en el ámbito familiar como educativo se ha tratado de prevenir los riesgos y conductas problema que atañen a la adolescencia desde una perspectiva centrada en el déficit, que parte de la visión negativa de la adolescencia, y supone violación de normas, sexo irresponsable y consumición de drogas y alcohol, sin embargo, algunos estudios recientes reflejan que los y las adolescentes por lo general son jóvenes que se adaptan a las normas de la sociedad, y que cuentan con fortalezas y valores a los cuales aferrarse.

Es a partir de una visión más positiva de la adolescencia, que como alternativa a centrarse en las deficiencias, destacados profesionales han optado por la promoción del bienestar, la competencia y el desarrollo o dicho de otra manera, por el desarrollo positivo del adolescente, proponiendo modelos, dentro de los cuales destaca el de las 5 CES de Little, que es interesante, desde mi punto de vista, extrapolar a la educación del hogar y lo haremos a continuación, como recurso para favorecer la adquisición de habilidades para la vida del adolescente. Las 5 CES se refieren a: primero, Competencia: un buen ambiente familiar favorece la adquisición de habilidades y competencias sociales en la adolescencia, tales como la asertividad, habilidades de resolución de conflictos y capacidad para tomar decisiones; segundo, Confianza: la valoración positiva de los adolescentes en sí mismos en términos de autoestima, identidad y autoeficacia sin duda se ve influenciada por cómo la familia valora positivamente lo que el adolescente es y lo que hace; tercero, Conexión: los vínculos positivos que el adolescente mantiene con su familia, repercuten en los vínculos con los iguales, adultos e instituciones; cuarto, Carácter: es en la familia, donde se aprende el respeto por las normas sociales y culturales, la adquisición de modelos de conducta adecuada, el sentido de lo correcto o incorrecto, la integridad y el autocontrol; y quinto, Cuidado y Compasión: transmitiendo un sentido de simpatía y empatía e identificación con los demás en el hogar, los/las chicos/as probablemente serán personas que se preocupen por el bienestar social.

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