Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

Con la venia

Fernando Santiago

Viva la Pepa

 VOY a exponer mi tesis en primer lugar: no me gusta el abuso de la expresión La Pepa para referirse a la Constitución de 1812 (antiguamente llamada Constitución de Cádiz). No me gusta que el nuevo puente se llame de La Pepa (espero que el nuevo gobierno le cambie el nombre. Aparte de terminarlo, claro). No me gusta nada el logotipo del Bicentenario (espero que los nuevos gestores lo cambien y pongan Cádiz 2012). Creo que todo tiene que ver con la gracia de Cádiz y la ciudad que sonríe. Hemos exportado la idea de que en Cádiz todos tenemos mucha gracia, de que la gente va contando chistes por las esquinas, que en cualquier casapuerta o en un puesto de la plaza la gente se dedica a hacer comentarios ocurrentes e ingeniosos. Y yo creo que en Cádiz los siesos somos mayoría. Que hay algunos que se han entrenado a la hora de escribir chistes, no digo que no. Que hay gente con gracia, vale. Pero igual hay gente con age en Barcelona o en Pamplona, por decir dos sitios. Y todos los que cantan un buen cuplé no tienen por qué ser graciosos. Que la fiesta de Cádiz sea el carnaval no quiere decir que todo el mundo tenga gracia. Diría más: la mayoría de las agrupaciones tiene muy poca gracia. Algunas cantan bien, todas tienen mucho mérito, pero la inmensa mayoría son muy poco graciosas. Esa es la cruda realidad. 

Pero a alguien se le ocurrió lo de la ciudad que sonríe, que no es mal eslogan, pero no podemos dedicarnos toda la vida a ser graciosos para nuestros visitantes. A eso hay que añadir la facilidad con que la televisión fija los estereotipos, de manera muy especial Canal Sur. El carnaval de Cádiz se ha convertido en el modelo de carnaval de Andalucía igual que el Rocío es modelo de romería, la feria de Sevilla sirve de ejemplo a todas y la Semana Santa sevillana es madre y maestra , que dirían los de la torrija. A partir de ahí cada vez que viene una cámara de televisión esperan de nosotros una ocurrencia, un chiste, un golpe de gracia. El age que hay en esta tierra, para que el locutor de turno pueda decir "con la gracia de Cádiz". No sé si entre nuestros diputados había gente con gracia, imagino que lo normal, aunque la inmensa mayoría eran de fuera de nuestras murallas. No sé cómo contaba los chistes el Divino Argüelles o qué ocurrencias tenían los innumerables sacerdotes que había entre los diputados. No sé si el pueblo llano iba de chiste en chiste, más allá del famoso cura de San Francisco que hacía cortes de mangas a los franceses desde el campanario. Lo de los tirabuzones, como Lola la Piconera, son inventos posteriores, momentos de reinvención del Cádiz de las Cortes vía Pemán por mucho que haya gente en la ciudad que juraría sobre la Biblia que Lola la Piconera vivió y saben incluso en qué sitio vendía picón y por qué iba tan bien vestida. Hay controversia sobre si a la Constitución se la llegó a llamar La Pepa en la época o a partir de qué momento empezó este apelativo. En cualquier caso, creo que está bien decirlo alguna vez pero no repetirlo hasta la saciedad y sacralizarlo hasta el extremo de ponerlo en denominaciones oficiales y logotipos . Vivan los siesos de Cádiz.

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