Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Con la venia

Fernando Santiago

Pueblos gaditanos

HAY un exceso de información política en la sociedad. No es que la política no sea importante, que lo es y mucho. Es que nos rendimos a la presión que hacen los políticos para ser  protagonistas constantes de la actualidad. Veo normal que si hay que reestructurar la Unión Europea o rescatar la economía de un país, salgan los dirigentes de turno. Veo normal que si se va a informar de un proyecto pueda aparecer un político y someterse a  las preguntas de los periodistas. Y veo normal, claro, que en campaña electoral haya una presencia permanente de los políticos en los medios de comunicación. Al fin y al cabo tenemos que decidir quiénes van a dirigir España en los próximos años y es natural que atendamos lo que tengan que decirnos. Cosa diferente son los políticos que no tienen nada que decir ni otro proyecto más que su promoción personal y usan la política para satisfacer su vanidad o para colmar aspiraciones que en su vida profesional o particular no llenarían. Políticos que se presentan a todo lo presentable, que forman parte de nuestra vida cotidiana de pesados que son. Si se tratase de otro ámbito de la vida nos quejaríamos como lo hacemos de Belén Esteban. Así que me parece fantástico que ahora nos cuenten sus ideas para el futuro, no que se hagan una fotito para un cutre momento de gloria en una plaza o en un mercado. Es verdad que hay políticos obsesionados con su imagen, cargados todo el día de farmatín y photoshop. Otros preocupados por la conspiración e incluso algunos preocupados por resolver problemas de la gente.

Cosa distinta es el devenir cotidiano, los políticos presentes en todo momento de la vida . No entiendo que un político presente la restauración de un documento sobre el Corpus de Cádiz.¿Por qué? No entiendo la excesiva exposición de políticos a todo tipo de actos, la necesidad que tienen algunos de aparecer en las páginas de este periódico como si fueran el número de la ONCE o las farmacias de guardia. En todo momento y en todo acontecimiento. Hay algunos que salen tanto que cabe pensar ¿cuándo gestionan? No entiendo que si un grupo de médicos desarrollan una nueva terapia  tenga que aparecer el político de turno. O si se pone un semáforo. Y así hasta el infinito.

Las campañas son otra cosa. A mí me parece que tienen algo de emocionante. Aparte de que son un ejercicio extraordinario de humildad: alguna gente que ni saludarían cuando llega la campaña les da el furor de estrechar manos y besar niños. Si tienen que cantar se arrancan por el Vaporcito y prometen la luna si hace falta. Pero la confrontación de ideas y proyectos es interesante. No creo que todos los políticos sean iguales y tampoco creo que PP y PSOE sean lo mismo. No se diferencian tanto como ellos mismos dicen pero sí tienen proyectos singulares y talantes distintos. Por eso hay que elegir. En campaña todo parece muy distanciado y luego en algunos aspectos no llega la sangre al río, eso también es verdad. Sobre todo en política económica, cuyo desarrollo nos viene marcado desde fuera como sino pudiéramos elegir. Una diferencia: todos no saben donde está Cazalla de la Sierra.

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