efecto moleskine

Ana Sofía / Pérez / Bustamante

Pidiendo peras al alma

YA están aquí nuestros partidos del turnismo posmoderno prometiéndose el oro, los nacionalistas preparando (a falta de Constitución actualizada) su chantaje habitual, y las huestes angélicas pensando que aún hoy, con más de 7.000 millones de habitantes en el mundo, es posible volver a la economía de trueque. En África hay bandas de desalmados que practican trueques: entran en un campamento de refugiados saharauis, se llevan unos pocos cooperantes secuestrados, se los venden a Al Qaeda, y Al Qaeda luego negocia con la comunidad internacional. El tráfico sería perfecto -ganado humano por miedo, miedo por poder-, si no lo estropease el dinero (único elemento discordante en el modelo utópico de primitivismo ideal). Para que no todo sea negativo, Mahmud Abbás consigue, en una magistral maniobra diplomática, que el Estado Palestino sea admitido en la UNESCO como miembro de pleno derecho, pese al voto en contra de los Estados Unidos. Es lástima que USA siga siendo una sucursal de Israel. Y da qué pensar el hecho de que el fruto de la mala conciencia europea sea eso: un estado terrorista como el hebreo. Dicho lo cual, honestamente una se pregunta: ¿y qué hago yo? Pues yo he fichado en las huestes angélicas. Doy clase de poesía en el contexto de lo mejor que tiene la Unión Europea (es decir, el plan Erasmus). Homenajeo con unos amigos a Carlos Edmundo de Ory, poeta genial. Y por la noche pongo a luchar al orfidal con alguna novela. Como ahora estoy con Michel Houellebecq (Las partículas elementales) me están saliendo fuera todos los demonios del profundo malestar de la cultura. Hace unos días, con La delicadeza de David Foenkinos, les hubiera glosado la suave belleza de las rosas blancas que el pincel de Pedro Escalona inventa para Livia: es una ofrenda larga como la tradición que va de los frescos de Pompeya a los bodegones de Antonio López pasando por Giorgio Morandi. Voy cerrando los ojos, pero un demonio de la guarda reza orylitos por mí: "Si Dios no existe, no se lo perdono". Porque en el fondo, quién no le pide peras al alma. (En cualquier caso, con una intelectualidad tan débil, las peras y las almas se las van a comer los chinos).

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