efecto moleskine

Ana Sofía / Pérez- / Bustamante

Y qué será del mar

EL verano perfecto tiene que ser largo; sobre todo, tiene que transcurrir lento. Lo bueno del verano es poder revivir el ritmo de la infancia, la pureza que supone recuperar la vivencia del aburrimiento. Lentamente pasan los días en Cádiz entre puesta y puesta de sol. Qué curiosa costumbre la de aplaudir al astro rey con ese aire feliz de pamplina gregaria inocentemente guiri. Lentamente paseamos playa arriba, playa abajo, de Santa María del Mar a Cortadura, comprobando que eso de la dieta Dukan aquí no da mucho resultado. Pero una vez asumido el hecho de que esto no es Miami Dade, hay una especie de innegable ternura en esos cuerpos de adolescentas con tórax de cuello de botella, en las carnes femeninas llenas de adipocitos saturados o al revés (carnes penitenciales, lacias, desadipocitadas más si más añosas), en esos andares tan viriles de simio espatarrado con balanceo de brazos y tripilla cervecera. Y el ensueño de los vientres encintos exhibidos en su dulce gravedad. Lentitud para alzar esas inútiles murallitas de arena con foso contra la pleamar; para escuchar con los ojos cerrados, como si uno no estuviera allí, esas apasionantes conversaciones sobre que las auténticas chanclas de caucho ya solo se hacen en Brasil; si son mejores los helados italianos de la calle Ancha, los de la plaza Mina o esos nuevos de La Cremería de San Miguel; o por qué hay ahora tantas películas de mutaciones genéticas y superhéroes (y el príncipe de Persia -en el cine familiar de San Felipe-, siempre dando saltos). Viene el Papa a Madrid y vienen los poetas progres al Valcárcel y da exactamente lo mismo (palabras, palabras, palabras: a gusto del consumidor). El mar está más caliente. En las aguas de la Planta Delta yo me he bañado entre miles de medusas (sus cuerpos eran suaves como uvas peladas, pero daba cosa rozarlos, aunque picar, no picaban). La espuma de las olas, tan blanca, está llena de vida. De noche, según por donde navegues, la estela de un velero florece en un reguero de puntitos fosforescentes. Me pregunto por qué hay tanta contaminación lumínica en la bahía (astilleros, la base naval de Rota, todo el paseo marítimo de Cádiz). Qué será de nosotros ahora que termina agosto. Y qué será del mar.

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