Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Con la venia

Fernando Santiago

Pijolandia

 LA costa de Cádiz tiene de bueno que está dividida según el tipo de fauna que la habita en verano, muy reconocible por otra parte. Zahara de los Atunes, por ejemplo, es la costa roja madrileña desde que Javier Krahe y el Gran Wyoming empezaron a ir por allí. No sé qué será ahora del famoso chiringuito La Gata, que tuvo problemas con la Guardia Civil y en cuya ardorosa defensa salió Eva Hache más que la hermana del propio dueño, Aitana Sánchez Gijón ¿por qué sería? Desde que Luis García Montero y Joaquín Sabina tienen casa en Rota esta zona quizás compita en parte con la pedanía de Barbate. Sanlúcar fue siempre un lugar de veraneo para sevillanos distinguidos en comparación con Chipiona, que lo era de sevillanos de barriada. Novo Sancti Petri es una mezcla de madrileños y bilbaínos con la clase media con aspiraciones de la ciudad de Cádiz. Una jet set de medio pelo, sin glamour ni papel couché. Un sitio más de apariencias que otra cosa, un poco más impostado, más de postureo que otra cosa. Mucha gente pero sin grandeza. Los Caños fue siempre muy sevillana, pero de los sevillanos enteraos (si se me permite el pleonasmo), los que no querían la masificación de Regla ni la supuesta distinción de Bajoguía. El Palmar es muy madrileño, de ese tipo de gente que se pone en un chiriguito para aplaudir la puesta de sol porque en Madrid, entre tanto edificio, no hay manera de ver una y porque eso del "cielo velazqueño" es una falacia tapada por el cemento y la contaminación.

El lugar del lujo y la distinción en la provincia de Cádiz es Sotogrande. Quizás el único sitio de los pijos de verdad, los que llevan polos que no son del Piojito, que no los han comprado falsificados en el moro o en cualquier tenderete. Los que usan Dirk Bikkenbergs, Backside, Harmont and Blaine, Hackett, La Martina y Ralph Lauren pero comprados en la milla de oro de Madrid, en las tiendas originales, a su precio real. Los que no tienen que mirar la etiqueta y les da igual llevar una marca u otra porque son ricos de varias generaciones. Los que no necesitan impostar ni llevar los caballitos de La Martina que les ocupe todo el polo porque no necesitan explicarle nada al personal: sus apellidos les avalan. Son los brokers españoles, las familias de postín, los que nos han metido en este lío económico en el que estamos pero que han dejado sus mansiones y sus yates a buen recaudo, los que usan Gibraltar para que sus empresas no paguen y los paraísos fiscales para su dinero, los que al pulsar un botón ponen a temblar a media Europa, los que salen en el Hola.

Y luego está El Puerto de Santa María, que son como los de Sotogrande pero en tieso. Los que no tienen ese dinero pero quieren que todos pensemos que lo tienen. Que se compran la ropa en Las Rozas Village o en un outlet, los que gustan  que la marca del polo se vea  grande, los caballitos a toda pastilla en la pechera. Los que hacen fiestas en blanco y todas ese famoseo de tres al cuarto. Son los que quisieran tener casa en Sotogrande pero no tienen dinero para ello. Se conforman con que los saque Ignacio Casas y ya han cubierto el cupo de notoriedad.

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