Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Con la venia

Fernando Santiago

La freidora

 El símbolo de Cádiz no es La Caleta, ni el Puente Carranza, ni las Torres de Sevillana, ni el Pirulí. No es la puesta de sol en San Sebastián , ni la Catedral, ni las Puertas de Tierra, ni las fortalezas militares, ni el Palacio de la Diputación, ni la Cárcel Real, ni los Pabellones  Militares, ni la Torre Tavira ni las casas palacios , ni los sarcófagos fenicios ni las pinturas de Murillo ni los cuadros de Zurbarán. El símbolo de Cádiz no son sus tres mil años de historia, ni la burguesía comercial, ni la Constitución del 12 , ni los carnavales , ni la singular gracia que hay en esta tierra, ni los fenicios, ni los romanos, ni la Carrera de Indias, ni la Casa de Contratación, ni el Cantón. El símbolo de Cádiz es una freidora. Ahí mueren los gaditanos. Cuando se levanta una columna de humo y se huele el inconfundible aroma de la fritanga , aparecen decenas de miles de gaditanos. Tantos como cuando se ofrece comida gratis, actuaciones gratis , camisetas gratis o carteles gratis. Donde se ponga el alegre crepitar de una freidora que se quite el tres por cuatro, la falseta de un tango, los cantes de Enrique el Mellizo o las melodías de Merche y Andy&Lucas. Ese ritmo sincopado del aceite hirviendo donde un avezado camarero sumergirá una croqueta, un flamenquín o un secreto ibérico es lo que mueve a las masas de Cádiz. Se puede cerrar Delphi , Gadir Solar, Visteón o Tabacalera. Se puede trasladar CASA o reducir Navantia a su mínima expresión , se pueden retrasar las infraestructuras o recortar las actividades del Bicentenario, que si se enciende una freidora se acaban las penas. Antes los duelos con pan eran menos. Ahora los duelos se reducen por  una bola empanada y frita en una elegante freidora. Por si fuera poco no es preciso que el aceite sea de primera: durante años en el Peñafiel había un aceite del tiempo de los fenicios y del color de un neumático usado y la freidora no paraba. Si encima a la freidora la acompañan en los coros alguna plancha donde dejar caer unos muergos o unas gambas, el asunto alcanza el nivel de los sublime en esta bendita tierra. No importa mucho si la freidora es de un mercado medieval o doceañista, si se usa bajo una carpa, bajo una lona, bajo un toldo o en el patio del Casino. Da igual si el operario que la maneja lleva madroñera, sombrero napoleónico, una gorra de béisbol o una cinta en el pelo. La freidora es la metáfora de la ciudad, el símbolo de un nuevo tiempo. Puesta en una feria del mar, en una gran regata, en una fiesta de Puntales o en un pregón de carnaval lo transforma todo en una actividad  seguida por decenas de miles de gaditanos. Si es en una fiesta con pretensiones como la del Casino o en algún recinto de lo que queda de la burguesía, la freidora cumple su función como si estuviera en el Cerro del Moro o en Guillén Moreno, que la freidora no hace distingos sociales. En eso Cádiz es muy democrática. No se ha estudiado lo suficiente el giro dado por los gaditanos a sus costumbres pero es algo empírico que donde haya una freidora aparecerán las masas populares. Podría quitarse el logo de La Pepa 2012 y poner una freidora. Cádiz, la ciudad que fríe.

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