Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Con la venia

Fernando Santiago

Pantalones piratas

El Ayuntamiento de Barcelona ha regulado de manera muy específica la indumentaria de los ciudadanos cuando transitan o permanecen en los espacios públicos. De la misma manera que no se puede ir  ni total ni parcialmente desnudo, tampoco se puede usar el burka o el niqab, prendas con que algunas musulmanas se cubren el rostro. Ni muy tapados ni enseñar mucho. La medida tiene una larga tradición en cuanto a ordenanzas municipales , lo cual no evita el tufillo puritano que encierra señalarle a los vecinos cómo tienen que vestir. En Cádiz, durante mucho tiempo se reguló la manera de bañarse: el tipo de bañador que debían usar hombres y mujeres, siempre cubriendo la mayor parte del cuerpo. Incluso se determinaba a qué horas se podían bañar las mujeres y a cuáles los hombres, para que no coincidiesen, o se especificaban zonas concretas de baño según los sexos (la playita de las mujeres). En los Baños del Carmen y en los de la Palma se usaban esteras que llegaban hasta el agua para no ser visto a la hora de tomar baños de mar. Carlos Díaz quiso regular el uso de los uniformes del SAS en los alrededores de la Residencia, imagino que porque no veía adecuado la abundancia de pijamas sanitarios y batas por la avenida. Hasta Teófila quiso regular el tránsito peatonal aconsejando circular por la derecha.

Viene todo esto a cuento porque el martes llegó el solsticio de verano y ayer por la noche fueron los Juanillos: ha llegado el verano, la época del año de mayor mamarracho indumentario. No voy a decir que las mujeres tienen que vestir de falda largo y los hombres con canotier, pero es verdad que resulta raro ver a los chavales en calzonas por la calle. Cuestión de costumbres, el signo de los tiempos. Uno, que ya es pureta, lo ve raro aunque ni siquiera propongo que se regule, me limito a constatar mi extrañeza. Hemos llegado a tal laxitud de costumbres que ya nadie se asusta por casi nada. Debe ser bueno porque supone tolerancia frente a las costumbres de otro.  Cosa distinta es que el verano es la época más fea del año a la hora de ir por la calle. Y eso que todo el mundo se preocupa de estar moreno para enseñar el cobre al vecindario. A mí, si les digo la verdad, el cénit del mamarracho son los hombres que visten 'fresquitos': quiero pensar que lo peor en esta vida es un hombre vestido por una mujer, aunque puede que sea la naturaleza masculina, nunca se sabe. Es la época de la camiseta (de gañote) ceñida en la barriga cervecera, de las gafas de sol en la cabeza, de las calzonas y los tenis. O aún peor, de las bermudas, las chanclas 'de deo' o los 'gargajillos'. Incluso puede ser peor: los pantalones piratas y las chancletas o sandalias 'frailunas'. El catálogo de indumentarias masculinas no es muy amplio y va de lo feo a lo detestable y en mi (quizás injusta) clasificación los pantalones piratas ocupan el top ten del mamarracho de los mamarrachos. Suelen ser usados por puretas que pretenden ir modernos y fresquitos y no se dan cuenta de que van completamente fuera de lugar. Si no se prohíben, se debería poner una tasa municipal que compensase a las arcas públicas tamaño desatino.

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