Cultura

"La de Carlos era la forma más exacta y genial de ver el mundo y la vida"

  • La viuda de Ory habla del amor incondicional que profesa por el poeta desaparecido y de su futuro en Cádiz frente a la Fundación

Desde el salón de su casa de Thezy-Glimont, Laura Lachéroy recorría el pasado martes el túnel del tiempo que vivió junto a Ory. La forma tan plena, creativa e inconformista que tuvieron de concebir la vida. Sus pasiones y manías. El pasado juntos, el presente de un legado que viaja hacia Cádiz y el futuro de la Fundación que difundirá su nombre.

-¿Qué espera Laura Lachéroy de la Fundación Ory?

-Primero que conserve y cuide bien todo el archivo de Carlos y después que difunda el pensamiento que tenía, que era el más universal y, a mi manera de entender las cosas, el más maravilloso.

-Será un camino largo porque su obra era muy conocida, pero en determinados círculos.

-Ahí reside su encanto. Es un poeta de la intimidad, en el sentido de expresar de forma tan auténtica la realidad. Podría hacer una aportación popular, pero al mismo tiempo no lo era. Pero una vez que entiendes su espíritu, el juego que hacía en el manejo de la palabra, se entienden muchas cosas de su pensamiento.

-¿El pensamiento de Ory, que también era el suyo?

-Estábamos muy compenetrados. No lo digo porque sea su mujer, sino porque la suya era la forma más exacta de ver el mundo y la vida.

-Era muy joven cuando lo conoció. Supongo que le enseñó muchas cosas...

-En cierto modo sí. Tenía apenas 21 años y él 50, así que me transmitió su forma de vivir, de sentir, su manera de ser, su sentido del humor.

-¿Le hacía reír?

-Uf. No te imaginas cuánto. Le hubiera gustado ser un Charlot o Buster Keaton.

-¿Cómo está viviendo todo este proceso? ¿El desmontaje de su legado en Thezy-Glimont para tomar rumbo a Cádiz?

-Cuando fui a Cádiz en diciembre no podía hablar del tema. Pero ahora -por el pasado martes-, con todo esto que está pasando, viendo cada día el trabajo de los técnicos, estoy asimilándolo. Era algo que los dos habíamos decidido. Pero no deja de ser duro porque estoy viendo pasar toda mi vida delante de mí.

-Ahora se marcha el legado. ¿Usted hará lo mismo?

-Pienso volver a Cádiz para quedarme allí, al frente de la fundación. Me apetece muchísimo. Aunque todavía no sé cuándo, tengo que resolver asuntos. Allí tengo amigos realmente entrañables que, a veces, son más importantes que la familia. Hay gente que te gusta y hay gente a la que quieres.

-¿Nunca se plantearon venir a Cádiz mientras Carlos vivía?

-Es que él no pensaba ni en Cádiz ni en París o Francia. Él pensaba que estaba muy a gusto en su casa de Thezy-Glimont. Rodeado de sus cosas, como queríamos los dos. Aquí hemos pasado 20 años. Él decía que nunca hubiera imaginado tener una casa propia, nunca se había planteado la oportunidad. También decía en un aerolito que era un trágico feliz, pero que aquí, en su refugio, encontraba la felicidad.

-¿Qué pensaría Carlos Edmundo de Ory de todo esto?

-Creo que estaría encantado de ver lo bien que se está haciendo y lo bien que están cuidando su legado Fernando Osuna y Carlos Casado, pero al mismo tiempo le perturbaría. Era maniático.

-Se le ve muy enamorada cuando habla de él. ¿Hay algo que no le gustara de su persona?

-Me gustaba todo, absolutamente todo. Tengo una admiración y adoración absoluta. Era tan genial...Pero por decirte algo, pues alguna manía sin importancia. Concebíamos la vida a través de la poesía. Éramos inconformistas y esto nos hacía poner todo en tela de juicio. Era una vida creativa en todos los sentidos de la palabra.

-¿Y cómo vivían este proceso creativo?

-Antes trabajaba en su despacho, en su máquina de escribir. Pero con la llegada de internet a casa le gustaba dictarme sus poemas y que los pasara a ordenador. Me preguntaba y yo le decía... "esto me gusta", "esto no...". Nos aportábamos mucho mutuamente.

-Claro. Usted es pintora.

-Aportaba muchísimo a mi obra y, a veces, también opinaba de lo que yo hacía.

-¿Y cómo desarrolla usted esa faceta?

-Yo pinto por rachas. No solo cuadros, también pinto la casa. Los muebles, marcos de las puertas. Me gusta pintar, en general. Hice Artes Plásticas aunque ahora soy profesora de Lengua Española en Amiens.

-¿Qué destacaría de su obra?

-Es difícil decidir. Su poesía, sus aerolitos. Hay muchos que me gustan.

-¿Y cómo empezó esta bonita y creativa historia de amor?

-Me lo presentó un novio que tenía y me quedé prendada. Insistí en volver a verlo y fuimos en bici a la casa que Carlos tenía en Amiens un 1 de septiembre de 1972. Pensé que tenía ante mis ojos la oportunidad de vivir una experiencia especial. Y me quedé para siempre con él.

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