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Cultura

La Vitoria gaditana de Wynton Marsalis

  • El legendario trompetista de jazz rinde tributo a la capital alavesa junto a Paco de Lucía y Chano Domínguez

Jazz, flamenco, música tradicional vasca, libertad y complicidad en blanco y negro. Wynton Marsalis, uno de los músicos contemporáneos más grandes de las últimas décadas, ha cumplido su promesa, y su sueño, de rendir tributo a la capital alavesa con un disco doble, Vitoria suite, donde comparte sensaciones e instantes inolvidables con unos cuantos gaditanos universales, Paco de Lucía y Chano Domínguez al frente, amén de Tomasito, Kejío, Piraña y el productor Javier Limón.

El primer jazzman que obtuvo un premio Pulitzer, heredero de Miles Davis y cía, que actuó por primera vez en Vitoria en 1987, ha compuesto y grabado una hora y cuarenta ocho minutos de sones y ritmos entreverados, a lo largo de doce movimientos con títulos tan cercanos y sugestivos como El árbol de la libertad, Suave en la noche, El portalón o Canción vasca. Así, Marsalis deja constancia de su pasión por el renombrado festival internacional de jazz vitoriano y por los amigos que ha encontrado en el camino. Entre ellos, el pianista gaditano Chano Domínguez y el guitarrista algecireño Paco de Lucía, embajadores del flamenco por todo el mundo. El propio Marsalis se adhiere a la idea de Paco de Lucía, con quien ha tocado por vez primera: "La mente pide innovación y el corazón pide tradición". Se trata de alcanzar el punto justo en la labor alquimista. El trompetista de Lousiana, guardián del espíritu de New Orleans, tan clásico como moderno, tan academicista como intuitivo, no pudo aliarse con mejores aliados. Ocurrió entre el 20 y 22 de julio del año pasado, magia en el ambiente y la Lincoln Center Orchestra.

Marsalis, considerado por la revista Time como uno de los 25 hombres más influyentes de Estados Unidos, posee la medalla de oro de la ciudad de Vitoria y cuenta incluso con un monumento en el parque de la Florida. El trompetista, acaso el músico de jazz más influyente del último cuarto de siglo, no parece tener límites, del mismo modo que Paco y Chano, que han seguido precisamente trayectorias inversamente proporcionales, dispares pero confluyentes. Wynton se enroló a los diecinueve años en los Mensajeros del Jazz de Art Blakey, luego en la banda de Herbie Hancock y así hasta el infinito, del pasado del bebop al futuro de la vanguardia insospechada.

Marsalis ha coincidido con Chano Domínguez en lugares y proyectos diversos, desde que el gaditano dejó el rock andaluz de Cai por el jazz contemporáneo, primero en banda y a la postre en solitario.

De Paco de Lucía, doctor honoris causa de la música sin frontera, se conocen de sobra sus pasos, nadie olvida cuando impregnó a los jazzistas de su inspiración y toque travieso, nadie piensa tan rápido como Paco. Wynton Marsalis también conoce el arte sublime de Tomasito, ahora sólo resta que Marsalis se arranque por una suite de la luz de Cádiz y gane por la mano al mismísimo Miles Davis y sus sketches de España. Trompetas de verdad, y no las dichosas vuvuzelas.

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