Cultura

Hoy se presenta Libranda, la mayor plataforma de e-books en España

  • El catálogo más amplio de libros electrónicos en castellano contará para la distribución de sus títulos con la intermediación de las librerías · Editores y libreros apuestan por la convivencia de ambos formatos durante largo tiempo

Todo tiene que cambiar para que nada cambie. Uno siempre puede recurrir a Lampedusa como fuente de toda sabiduría. El Círculo de Bellas Artes de Madrid acoge hoy la presentación oficial de Libranda, la plataforma formada por diversos sellos editoriales del país -entre ellos, Planeta, Santillana, Random House Mondadori, SM o Roca Editorial- para distribuir sus títulos en formato electrónico a través de las librerías. La iniciativa -que contará también con los contenidos de Maeva, Salamandra y Anagrama- dispondrá del mayor catálogo de libros digitales en castellano.

Tras la debacle de la industria musical y cinematográfica, las editoriales acuden a poner sus barbas en remojo desde un espíritu de colaboración. Pero no es filantropía, por supuesto, todo lo que reluce: en las previsiones más optimistas de las editoriales, la venta de e-books supondrá, de aquí a cinco años, el 5% del total del negocio. Y, por ahora, el 90% de las ventas de los sellos se realiza a través librerías y grandes almacenes. Conviene seguir siendo amigos.

"Ahora mismo, quienes tienen los clientes son las librerías, es el papel -comenta Pepe Jaime, presidente de la Asociación de Libreros de Cádiz-. No sería lógico que empezaras a crearte enemigos y a vender fuera de canal".

De la misma opinión es Juan Manuel Fernández, de la librería Manuel de Falla: "No me planteo que las editoriales no cuenten con las librerías para la distribución de títulos en e-book. Eliminarían 3.000 puntos de venta en toda España y sus posibilidades no serían tan amplias", explica el librero, que considera que posibilidad de vender libros electrónicos "es muy importante incluso para librerías de corte tradicional como la nuestra. La del e-book es una realidad que, aunque ahora es pequeña, a medio plazo irá avanzando. Tal vez, dentro de tres años, uno de cada diez clientes pida un título en formato electrónico y queremos estar ahí".

"Los que vendemos libros en papel -continúa Pepe Jaime-, lo que queremos es seguir vendiendo libros, en el formato que sea. Presumiblemente, el libro electrónico irá ganando terreno, pero una cosa no tiene por qué hacer desaparecer a la otra. Yo estoy convencido de que lo queremos es leer, en cualquier formato: podemos decir que somos reticentes a este cambio, pero lo cierto es que nunca como hasta ahora hemos leído tanto en pantalla".

Para Jesús Lebrero, sin embargo, la presencia del e-book en el mercado editorial apenas va a ser representativa: "Creo que era Quiñones quien decía que un libro comienza a gustar ya antes de leerlo, porque es un objeto sensorial -comenta el director de Ediciones Absalon-. No hay que olvidar, además, la función del libro como óptimo objeto de regalo, imbatible por su precio: de hecho, debido precisamente a la crisis, se calcula que las ventas editoriales aumentarán estas navidades".

La penuria económica, sin embargo, puede ser esgrimida tanto desde la tinta electrónica como desde el papel: el precio de un e-book suele ser un 30% más barato que el de su homólogo tradicional, diferencia nada desdeñable, sobre todo, para los lectores habituales.

Lo que parece estar claro es que el desembarco del e-book no va a suponer el primer capítulo de una política de asedio y exterminio: editoriales y libreros apuestan por la convivencia entre ambos formatos durante largo tiempo.

¿Somos reticentes al cambio, como lectores? "Depende mucho de la edad y de aquello a lo que uno está acostumbrado -explica Antonio Rivero Taravillo, de Paréntesis Editorial-. Es conocida la expresión nativos digitales: las nuevas generaciones serán las que se adaptan con mayor facilidad a los cambios. Podemos decir que ahora la brecha podría estar entra la masa de población intermedia, que utiliza Internet a diario, frente a los que nunca van a utilizarlo porque encuentran dificultades. Yo estoy convencido de que lo que pervivirá será la simultaneidad de formatos".

Tal vez por ello, desde un principio, la sevillana Paréntesis ofreció su catálogo en tres formatos: e-book, papel e impresión bajo demanda -que tiene amplia salida entre los países sudamericanos-. Aunque las ventas en formato electrónico ahora son muy pequeñas, "es un mercado en el que hay que estar -indica Rivero-. Los contenidos digitales han de ser puestos en circulación por la gente del libro".

Obviamente, la introducción del formato electrónico afecta directamente a sectores de la industria editorial -maquetadores, distribución- entre los que la caída podría ser preocupante: "En este sentido -explica Pepe Jaime-, Libranda nace con pretensiones de que la adaptación sea cómoda y razonable".

"Lo que sí es cierto -confirma el editor y librero- es que la introducción del e-book servirá para que se descarguen miles o millones de libros electrónicos que sería imposible que se vendieran en papel. Los best-seller alcanzarán cifras aun mayores de las que tienen ahora. Por otro lado, habrá muchos títulos que ya no salgan en papel. Debido al coste de la impresión, y contando con la posibilidad de la distribución electrónica, no merecerá la pena sacar tiradas de 300 ejemplares, sino que esos títulos se harán directamente en e-book".

Para Antonio Rivero, la gran incógnita de la introducción del e-book la protagonizarán las bibliotecas y, sobre todo, el tema de los derechos de autor: "Es imprescindible -comenta el editor- que no se vulneren estos derechos. Si ya hay cierta saturación en el mercado, sin escritores profesionales y sin el filtro de calidad que supone el editor, la circulación de títulos sin criterio sería nefasta".

La posibilidad de acceder al contenido desde distintos formatos potenciará, por supuesto, la función del libro tradicional como objeto: "El principal porcentaje de ventas del libro sigue siendo su función como regalo -comentan desde Las Libreras, el local que abrió sus puertas la semana pasada en la capital gaditana con vocación de convertirse en "punto de encuentro" entre los lectores-. Creemos que pocas cosas serán comparables a la satisfacción de coger un libro y tocarlo".

"La cuestión es que los proyectos duren, como negocios, y en ese sentido, casi todo es oracular -comenta, desde Quorum, Pedro Rivera-. Lo que está claro es que el concepto de librería como el que tenemos ahora, adaptado a los nuevos tiempos, no cambiará gran cosa en el orden de unos quince años. A partir de ahí, todo lo que hablemos es ciencia-ficción. Todo dependerá también de la medida en que peleemos por adaptarnos".

Así, aunque la librería de la calle Ancha aún no cuenta con un punto de descarga de libros electrónicos, los responsables ya están trabajando en ello: "Yo no creo que haya inmovilismo en el sector -analiza Rivera-. Todos los estamentos estamos continuamente analizando, estudiando y tomando decisiones que puedan ponernos en una órbita real del fenómeno que estamos viviendo. Aceptamos que las cosas cambian y que al principio supone un gran esfuerzo, pero que hay que tirar hacia delante: ningún cambio ha sido fácil. A veces, lamentablemente, hay gente que se queda en el camino, pero hay que procurar adelantarse a los acontecimientos". A Pedro Rivera, los datos de introducción del e-book entre los lectores le parecen "muy optimistas" desde la perspectiva del "no cambio": "De hecho, económicamente -apunta-, se te puede llevar mucho más la crisis que las cifras que estás diciendo. Cuando se va a notar el cambio de formato es cuando los chavales que ahora empiezan a leer y a estudiar se acostumbren a trabajar con este tipo de equipos. Yo tal vez no me adapte nunca, pero en las nuevas generaciones no tiene por qué ser así".

Para el editor y librero, lo fundamental es "ser sensible para ver qué es lo que las librerías podemos aportar en esta historia, ser flexibles y diversificarnos. Antes, por ejemplo, nosotros éramos mucho más ortodoxos en lo que ofrecíamos en las tiendas, y ahora estamos más abiertos a todos tipo de productos complementarios, siempre sin perder nuestra identidad, claro".

Ante la posibilidad de que un día las editoriales opten por prescindir de los puntos de venta tradicionales y ofrezcan sus títulos directamente a los lectores, Pedro Rivera no se muestra alarmista: "Actualmente, ya hay sellos que se saltan a las librerías como intermediarios. Por eso, en toda esta cadena, las librerías tienen que empezar a pensar en aportar algo distinto. En este debate hay muchas cosas de por medio: el papel de la ciudad del futuro, por ejemplo, o cómo serán las tiendas. Si consumir desde casa supone acabar con nuestro actual modo de vida o si a la gente le seguirá apeteciendo salir, entrar, tomar café... Quien se acerque a nosotros lo hará no sólo para adquirir un libro, sino para hacerlo en un lugar agradable, con cierto ritual, bajo cierto consejo... esa será nuestra barrera competitiva".

Cambiar para que todo sea igual.

Lampedusa.

¿O Bruce Lee?

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